Crónica
En un viejo teatro de Cannes, camino de Niza...
Begoña del Teso | Cannes
Mientras se van entregando los primeros premios, una asociación de cinéfilos radicales proponen aún películas irredentas.
En Cannes puede pasar, y de hecho pasa, de todo. Hace un par de noches el autor de la letalmente vampírica 'Yakuza Apocalypse' donde no solo hay un Señor de la Noche que al morderte el pescuezo te convierte en soldado raso y carne (exangüe, claro) de cañón de la temible mafia japonesa, sino gente disfrazada de rana amarillenta que vuela, se excusó por no poder estar presente en el estreno de su divino filmejo y habló al respetable vía satélite.
Nos apareció Takeshi Miike vestido cual geisha y se comprometió él, el mejor descuartizador de fotogramas y cuerpos del cine del Imperio del Sol Naciente, a hacer de ahora en adelante películas de amor. No quisimos ni pudimos creerle, naturalmente. Sabemos a ciencia cierta que (le) es imposible…. Pasa de todo al cobijo de los Alpes Marítimos.
Fuera de todo fragor, lejos de la alfombra roja, en los márgenes físicos y fílmicos de esta ciudad, en el viejo pero estiloso teatro Alexandre III la asociación ACID ha presentado una vez más (están en la lucha desde 1992) nueve largometrajes imponentes, salvajes y vivificantes que luego se proyectarán en lugares tan portentosos como el cine Luxor de París o Lyon, patria chica de los Lumière. Pero no crean que son películas que nunca jamás serán vistas fuera de territorios protegidos.
Una distribuidora con garbo llamada Wide compró el viernes los derechos de exhibición de uno de los títulos proyectados, 'La vanité', prodigioso sarcasmo de 75 minutos que se proyectará en las mejores salas. Quizás 'L'Atalante' de Bayona; Le Royal de Biarritz…