Premios Goya
Bajo Ulloa: "No puedo dejar de ver el mundo como un gran escenario de milagros"
Natxo Velez | EITB Media
El director vitoriano está nominado al premio Goya al mejor director por “Baby”, 29 años después de ganar el premio a mejor dirección novel por “Alas de mariposa”.
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El director y guionista Juanma Bajo Ulloa (Vitoria-Gasteiz, 1967) vuelve a estar nominado para los premios Goya de la Academia española de Cine, en el apartado de mejor dirección, por “Baby”, perturbadora, evocadora, arriesgada y radical película, también nominada en el apartado de mejor música original (Bingen Mendizabal y Koldo Uriarte).
“Baby”, protagonizada por Rosie Day, Harriet Sansom Harris y Natalia Tena, cuenta, sin diálogos, la historia de una joven adicta que vende su bebé a una matrona dedicada al comercio infantil. Arrepentida, tratará de recuperarlo en un “doloroso y hermoso viaje del temor al amor”.
Hemos aprovechado la nominación para charlar con Bajo Ulloa, un interlocutor siempre elocuente e interesante.
Zorionak, Juanma! ¿Esperabas la nominación a mejor dirección por “Baby”? ¿Cómo has recibido la noticia?
Eskerrik asko. Lo he recibido con cierta sorpresa, porque “Baby” no es exactamente el tipo de cine políticamente correcto que la industria española premia, y se ha estrenado a final de año, cuando las votaciones ya estaban en marcha.
Por eso, es muy de agradecer habernos “colado” y saber que hay académicos que aprecian nuestra pasión por el cine.
"Baby"
Tus películas han obtenido siete premios Goya, has ganado la Concha de Oro… ¿Qué valor das a los premios cinematográficos?
El valor que les otorgas está relacionado con el que le dan los demás. Un premio no suma calidad a una obra ni son siempre justos, pero pueden abrir puertas. Son una tarjeta de presentación que ayuda a convencer al escéptico.
Eso sí, a mi ama, que no es intelectual, simplemente le gustan y punto, y me tiene dicho que no vuelva a casa sin alguno.
Tras su estreno y paso por festivales (Sitges, Seminci…), ¿qué respuesta has recogido por parte de los espectadores de “Baby”? ¿Qué relación tienes con las opiniones de crítica y público sobre tu trabajo?
Es una de mis películas en las que me he sentido más apreciado y he notado más unanimidad. He leído y escuchado cosas especialmente hermosas acerca de “Baby”.
Contamos historias para compartirlas con los otros, para exteriorizar aquello que sentimos pero nos resulta difícil expresar. Por eso, el público es la razón de ser del narrador. Me gusta realizar coloquios y escuchar las interpretaciones de los espectadores. A través de ellos descubro por qué hago las películas.
Ocurre algo similar con la prensa cinematográfica, con la diferencia de que a veces estos sirven a intereses que les delatan.
Juanma Bajo Ulloa, en el set de "Baby"
¿A qué aspiras cuando estrenas una película?
Aspiro a encontrar mi público, que son aquellas personas con las que puedo conectar emocionalmente sin ser juzgado.
Aspiro a transmitir la vileza y grandeza del alma humana, su fortaleza y fragilidad. Mi productora se llama por algo Frágil Zinema. Es este un cine que exige al espectador una implicación personal, en una época en la que casi todo es superfluo y olvidable. Esto nos perjudica en cada negociación y a cada paso.
“Baby” es una película personal y formalmente especial; no tiene diálogos, por ejemplo. ¿Te ha costado sacar adelante el proyecto? ¿Qué resistencias te has encontrado con respecto a tu apuesta estilística?
Las resistencias son casi todas, cadenas, festivales y distribuidores, aunque hay excepciones, como Festival Films.
Realizar cine no convencional se ha convertido en una aventura no recomendable, los algoritmos marcan un mercado infantilizado y al servicio de la ideología imperante.
Es una sociedad que usa la ficción del cine para lavar su conciencia con los desfavorecidos, unos que ignora en la vida real. Una industria profundamente conservadora que alardea de progresista.
La película crea una atmósfera sombría y sugerente, en la que, a pesar de todo, se abre paso la belleza. ¿Cómo se busca la belleza en un contexto como el de las adicciones o la trata de personas?
Antes que narrador, soy un observador, y no puedo dejar de ver el mundo como un gran escenario de milagros.
La belleza no está en el interior sino en la mirada, y es nuestra mirada la que decide maravillarse u ofenderse con lo que observa. “Baby” nace como una metáfora sobre la vida y la muerte, un cuento esperanzador que nos descubre que siempre existe otra oportunidad.
Y la esperanza, incluso desde el fondo de un oscuro pozo, solo puede ser bella.
La música compuesta por Bingen Mendizabal y Koldo Uriarte ha recibido varios premios y alabanzas, como el premio a la mejor música en Sitges o la nominación a los propios Goya. ¿Cómo trabajasteis este apartado de “Baby”? ¿Qué pediste a los músicos?
Siempre inicio el proceso musical muy temprano. En el caso de “Baby”, casi un año antes del rodaje (en noviembre de 2018), Koldo comenzaba a enviarme ideas.
Con Bingen he trabajado en casi todas mis películas, y él ya sabía que lo que les iba a pedir era que me prestaran su alma. Con ella debían vestir a mis personajes, la adicta madre desconectada de su Ser, el hermoso y trágico bebé, y la grotesca familia herida y pavorosa.
Has explicado que detectas un “uso bulímico” de las películas, un exceso de obras que se engullen, se expulsan y no dejan ningún poso. ¿Qué películas te han dejado a ti poso como espectador en este pasado 2020?
En la sociedad occidental, los individuos hemos ido sustituyendo la original conexión natural con nosotros mismos y con nuestro ecosistema por otra artificial cada vez más sofisticada en nombre del “progreso”.
Así hemos terminado conectados a pantallas virtuales en una adicción universal que incluye a los niños, y que resulta muy útil para el Sistema.
Por eso, se fomenta todo aquello que se consume con facilidad, sin dejar huella ni generar debate. En 2020, la película que ha dejado poso estaba fuera de las pantallas, y tiene segunda parte este 2021.
"Baby"
¿Tienes algún proyecto entre manos del que nos puedas hablar?
Tratamos de poner en marcha nuevos proyectos, uno es la gansada “Muerte Mortal (al borde del límite)”, demasiado absurda para explicarla.
La otra es un thriller llamado “El Mal”, que ahonda en nuestra incapacidad para reconocer nuestro inevitable lado oscuro.