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Película de Estibaliz Urresola

"20.000 especies de abejas": miel y aguijonazos

Natxo Velez | EITB Media

En su primer largometraje, la cineasta llodiana Estibaliz Urresola lee su tiempo, y viste con nuevas narrativas futuros mundos posibles. No se le puede pedir más a una artista.

Las actrices Sofía Otero y Ane Gabarain en "20.000 especies de abejas"

Euskaraz irakurri: "20.000 especies de abejas": izena, izana eta ezina

Escuchar el rumor, la llamada o el grito de la sociedad, asimilarlo y trasladar las conclusiones de la reflexión resultante al público para amplificarlas y provocar un movimiento en el receptor, a ser posible vistiendo todo esto con un envoltorio bello, emocionante y honesto. Esa es, más o menos, la labor de un o una artista comprometida, y es la senda por la que vuelve a transitar la cineasta llodiana Estibaliz Urresola en su película "20.000 especies de abejas", recién estrenada en la Sección Oficial de la Berlinale.

En este, su primer largometraje, Urresola continúa, sin rehuir su compromiso social, el camino recorrido en su exitoso cortometraje "Cuerdas", y firma una bella y emocionante película llena de aristas, que aborda el tema de los y las menores transexuales y cuyo detonante fue el suicidio del joven ondarroarra Ekai, tal y como nos explicó la propia directora.

Lucía es una niña de ocho años que no se siente cómoda cuando los demás la llaman con el nombre de Aitor, y ese malestar le obliga durante un verano a emprender un viaje en el que recolocarse (en honor a la verdad, en estos casos lo que se necesita es que los demás se coloquen bien ante ella) y lograr que la nombren como deben, ya que, como se dice en "Irati", película de Paul Urkijo recién estrenada, "todo lo que tiene nombre existe". Todo lo que existe requiere un nombre adecuado, podríamos añadir.

'20.000 especies de abejas'

Al igual que en "Cuerdas", Urresola vuelve a recurrir a actrices profesionales y no profesionales, que en este caso son las y los menores, para retratar de forma minuciosa un grupo delicioso de mujeres marcadas por acción u omisión por la sombra del patriarcado: la inocente y brillante expresividad de Lucía (Sofía Otero), la acallada pero no aplacada tormenta interior (la inercia del capitalismo nos hace priorizar lo urgente ante lo importante) de su madre Ane (Patricia López Arnaiz), la rigidez de su amama Lita (Itziar Lazkano) y la ternura de su tía abuela Lourdes (Ane Gabarain).

La apicultura sobrevuela la película, que combina su parte más melosa (existe una preciosa y pura secuencia en la que dos menores se intercambian el traje de baño, que queda fijada en la memoria del espectador) con la más amarga, en la que se muestra qué recorrido tan estrecho han dejado en la vida de algunas personas tanto el peso del fanatismo religioso como la tiranía del hombre (esas hondas heridas dejadas en Ane y en Lita por el padre).

No obstante, las dualidades y certezas de la película terminan ahí, y puede que en las antagónicas maneras de mirar al mundo de la abuela y la tía abuela, porque "20.000 especies de abejas" diluye las fronteras, ya sean estas geográficas (las protagonistas se desplazan de Iparralde a Hegoalde), idiomáticas (fluyen el euskera, el castellano y el francés) y, por su puesto, las de género.

Estibaliz Urresola, junto a la actriz Sofia Otero. Foto: Aner Etxebarria.

Más que la crónica de un tránsito, "20.000 especies de abejas" es, afortunadamente, la crónica de muchos movimientos; más que la historia de alguien ahogado por las equivocadas y dolorosas miradas de los otros, es la historia de un tránsito que recoloca y enriquece las miradas de todos y todas. Y también un estímulo para un mundo nuevo, mejor y posible.

¡Ojalá deje pronto de ser el relato de una llaga purulenta para convertirse en el testimonio de una herida cerrada!

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