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Entrevista

Irati Elorrieta: "Escribir es, en cierta manera, un acto contra el olvido"

Natxo Velez | eitb.eus

Elorrieta sitúa en Berlín la novela “Neguko argiak”, ganadora del premio Euskadi de Literatura 2019. Sus personajes son ciudadanos inmersos en el ineludible pero titánico afán por abrirse camino.

"Neguko argiak" (Irati Elorrieta) es la novela ganadora del premio Euskadi de Literatura

Euskaraz irakurri: Irati Elorrieta: "Ahaztearen kontrako ekintza da idaztea, neurri batean"

El foco de “Neguko argiak” (Pamiela, 2018), novela de Irati Elorrieta ganadora del premio Euskadi de literatura en el apartado de Literatura en Euskera, alumbra las vidas de ciudadanos comunes a merced del torrencial vaivén del mundo.

Lejos de cualquier ostentación y con un tono sutil, franco y, por tanto, implacable que supone una de las grandes virtudes de la novela, Elorrieta presenta en Berlín, ciudad en la que reside, una historia de historias en la que un variopinto conjunto de personajes lucha por hacer las paces con su pasado y encontrar así su propio camino.

Arrastrando sendas mochilas cargadas de vivencias y futuros recuerdos en Uribe Kosta, Vietnam, Dinamarca, París o las calles de Berlín, los personajes de Elorrieta viven su pequeña epopeya alumbrada por un tenue hilo de luz, en la que tendrán que lidiar con el caprichoso viento, a veces favorable y tantas veces adverso.

Hemos hablado con Elorrieta

Han pasado diez años desde la publicación de “Burbuilak” a la de “Neguko argiak”. ¿Qué te llevó a ponerte frente al papel a escribir “Neguko argiak”? ¿Qué camino ha recorrido la historia?

Comencé a escribir lo que luego sería “Neguko argiak” inmediatamente después de terminar “Burbuilak”. El tema está en cómo hacer sitio a esa necesidad, y cuando digo “sitio” estoy diciendo “tiempo”.

Eso que comencé a escribir lo he guardado una y otra vez en el cajón. Y también lo he sacado una y otra vez. La mayoría de ideas y personajes han llegado hasta el final, pero he ido añadiendo capas y nuevos hilos, con material y reflexiones que he hallado por el camino. Ha sido un proceso muy orgánico.

Lo que me llevó a afianzar la decisión de dejar un mayor lugar a la escritura fue el hecho de aceptar la importancia que para mí tiene escribir.

La Comuna de París, testimonios de migrantes de origen asiático… Se nota que detrás de muchos de los temas que se tocan en la novela hay una gran labor de documentación. ¿Han llegado al texto fruto de lecturas independientes o te has documentado sobre ellas para integrarlas en la historia?

El poder, la resistencia, la guerra, la identidad, la memoria… aparecen en la novela reflejados en diferentes espejos. Los ejemplos que tú me has mencionado son temas relacionados con lo que quería contar en la novela. Establezco los vínculos partiendo de la historia.

Los acontecimientos sucedidos en otros tiempos y lugares tienen repercusión en el presente. En el caso de la Comuna de París, tiene su origen en un dibujo hecho a carbón que está en la habitación de Marta, y sí, leí mucho sobre esa época. 

Respecto a los fugitivos de Vietnam, además de leer, he tenido largas conversaciones. He utilizado las entrevistas para completar varios pasajes de la novela. Pero, a decir verdad, creo que el escritor está permanentemente “documentándose” en su día a día, a veces sin percatarse de ello.

Diferentes lugares de Berlín se deslizan con naturalidad a lo largo de la novela. ¿Sería posible esta historia sin Berlín (y sin París y Uribe Kosta)?

Las historias que cuento (entre amigas, desde dentro de una relación de pareja o entre vecinos) podrían estar situadas en cualquier otro lugar. Faltarían Berlín, París y Uribe Kosta, y las tres son elementos importantes en la novela.

Los lugares son importantes en mi forma de escribir, tanto como los personajes o los acontecimientos. Los lugares son uno de los materiales para crear el ambiente, y los he desplegado en la continua relación entre exterior e interior: naturaleza y ciudad, parque y cocina, relaciones entre las personas y monólogos interiores.

En “Neguko argiak” se presenta una inestable red de personajes que sobrevive y acumula cargas pasadas. ¿Qué les impide romper con su pasado?

En algunos momentos, se plantea si la propia ruptura es posible, si se puede empezar desde cero o siempre empezamos desde el lugar donde nos encontramos. Y siempre hemos llegado desde algún lugar a donde estamos.

Los personajes tienen diferentes estrategias para gestionar el pasado. Cada uno de nosotros tiene que encontrar su forma de convivir con las cargas y fantasmas del pasado.

La pérdida está presente, sobre todo a través del personaje de Esteban. ¿En qué medida nos condiciona aquello que hemos perdido?

La novela gira en torno a esa pregunta. Habla sobre el intento por hacer un hueco al pasado y a la pérdida. Escribir es, en cierta manera, un acto contra el olvido.

¿Cómo recibiste el premio Euskadi de Literatura? ¿Qué importancia le das?

Creo que el libro encontrará lectores gracias al premio, y eso me alegra.

Vives en Berlín. Imagino que mantienes contacto con la literatura vasca a través de libros y de los medios, pero no participas en el circuito de charlas, presentaciones y demás. ¿Cómo vives la literatura vasca desde fuera? ¿Qué ventajas y desventajas le ves a tu situación?

Sí, leo aquello que me llega pero no tengo una relación directa. Tengo muy poca relación con otros escritores y con los lectores. Y con el propio idioma, me relaciono sobre todo por escrito.

No le veo ventajas a mi situación, pero quién sabe, quizás algún escritor que viva en Euskal Herria piense que a veces querría tener una mayor distancia.

¿Tienes algún proyecto más entre manos?

Sí, pero vuelvo a estar sin tiempo para escribir…

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