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Entrevista

Erabatera, en las antípodas de la artificiosidad

Natxo Velez | eitb.eus

En el primer disco de su proyecto Erabatera, el batería Gaizka Salazar (Gatibu) presenta, rodeado de músicos de referencia, nueve canciones arrebatadas al duelo.

Euskaraz irakurri: Erabatera, artifiziokeriaren antipodetan

Erabatera, grupo de pop rock creado por el batería Gaizka Salazar, surgió muy lejos del brillo de los focos que se les presupone a los así llamados supergrupos, bandas creadas por músicos provenientes de otras formaciones conocidas. Hace cinco años, la pérdida de su padre golpeó con fuerza a Salazar, y buscó refugio en la composición de estas canciones.

Una vez creado el armazón de las nueve canciones escritas en la soledad de su hogar y con fe en esas piezas arrancadas al desconsuelo, Salazar buscó rodearse de los músicos adecuados para su nueva aventura, cuya primera referencia es el disco Antipodetan, y los encontró en su eterno compañero de batallas Mikel Caballero (bajo, Gatibu), Beñar Serna (guitarra, Ken Zazpi) y Jurgi Ekiza (voz, Willis Drummond).

Ahora, a partir del 8 de noviembre, Erabatera se lanza a la carretera con esas canciones escritas “desde la naturalidad”, en las antípodas de la artificiosidad, bajo el brazo, en un viaje concebido con vocación de durar más allá de esta primera incursión.

Hablamos con Gaiza Salazar, recién llegado de EE. UU., donde acaba de grabar el próximo disco de Gatibu.

¿Por qué has creado Erabatera?

Hace cinco años, falleció nuestro aita, y fue una experiencia muy dura para mí. Uno o dos años después, comencé a expulsar a través de la música todo lo que había acumulado.

Cogí la guitarra, que no había tocado antes, compuse algunos riffs y melodías, y escribí algunas letras. Ese fue el origen, y todo se ha desarrollado de una manera muy natural.

¿Y qué esconde el título Antipodetan?

Es también el título de una de las canciones del disco, y refleja cómo me sentía en aquel momento. Estaba en las antípodas de lo que yo soy.

Creo que soy una persona alegre y dinámica, pero cuando empecé a componer, estaba en el punto opuesto, como se puede ver en la portada diseñada por Martin Etxauri.

A pesar de componer principalmente con la guitarra, ¿has puesto una atención especial en el trabajo de batería?

No he compuesto pensando en la batería. Está claro que soy muy rítmico, y se nota en mis composiciones, pero no he prestado una atención especial a la batería. Tenía todo preparado antes de entrar en el estudio, y la batería fue lo último que preparé.

Te has rodeado de tres músicos para este proyecto. El primero es Mikel Caballero, bajista que también te acompaña en Gatibu. ¿Cómo de importante es la relación entre bajo y batería?

Se dice muchas veces que se crea un vínculo especial, y parece un tópico, pero es una realidad. Es primordial que haya una relación estrecha entre el bajo y la batería, y Mikel y yo nos conocemos desde hace ya muchos años. Para mí es como un hermano, y ya sabemos cómo tocar.

Cuando estoy tocando algo con él, nos es suficiente con una mirada. Quería que estuviera en el grupo porque es mi amigo y es una garantía al bajo.

Para la guitarra has elegido a Beñat Serna (Ken Zazpi), que ha realizado un gran trabajo a lo largo del disco (efectos, atmósferas…). ¿Qué es lo que te llamó la atención para proponerle participar en Erabatera?

Como has podido comprobar al escuchar el disco, las canciones no siguen un único hilo, tienen diferentes colores: rock, pop… Así que quería a alguien que pudiera darle todos esos toques a las canciones, un músico capaz de tocar riffs potentes y también de dotar a las canciones de diferentes atmósferas.

Beñat se adapta a todos esos sonidos, y creo que ha sido un acierto total. Además, ha sido un auténtico kamikaze: en cuanto le llamé, me dijo que lo haría sin ninguna duda.

Para las voces, has elegido a Jurgi Ekiza, al que oímos en un registro más reposado que en Willis Drummond. ¿Por qué te decidiste por él?

Me gusta mucho desde hace tiempo, y, cuando estaba componiendo en casa, me di cuenta de que tenemos una tesitura parecida. Además, ya había oído su disco en solitario, y sabía que le gustaba cantar en registros más tranquilos y sentidos.

En este caso, me costó más que aceptara, porque Willis Drummond se acababa de quedar como trío… Pero finalmente accedió, y ahora está totalmente enchufado.

En cuanto a tu forma de tocar, se podía esperar que te explayaras más en la batería, al ser un proyecto más personal, pero tocas de una manera muy comedida, siempre a favor de la canción. ¿Es así?

Absolutamente. He mirado siempre por la canción.

¿Cómo ves ahora estas nueve canciones tan personales, una vez han pasado por el filtro de tus compañeros?

Las melodías, las armonías y los ritmos son casi los mismos que los de las primeras versiones de los temas, y en cuanto a estructuras ha habido pocos cambios, pero creo que las guitarras de Beñat han tenido un papel muy importante.

Yo en casa tocaba todo de una manera muy cruda, sonaba casi a The Strokes, y Beñat ha cuidado muchísimo el sonido, ha dado mucha sustancia a las canciones. Le mandaba las canciones hechas, y alucinaba cuando me las devolvía con sus partes grabadas. Cuando escuché el riff potente del inicio de “Eztanda” tocado por él, me quedé flipado.

En la producción no te has limitado al cuarteto. Has añadido teclados (“Aurrez aurre”), cuerdas (“Oinak”), metales (“Paktua”)… ¿Querías experimentar más allá del cuarteto?

No ha sido algo buscado ex profeso. Por ejemplo, tenía claro desde el principio que en “Oinak” iba a meter un cuarteto de cuerda; es una canción en torno a mi aita, y a él le encantaba la música sinfónica. Finalmente, lo toca un quinteto de cuerda, y uno de sus componentes, además, es mi sobrina.

Beñat se encargó de orquestar las armonías que yo hice en casa, y Fernando Velázquez las adaptó para quinteto.

Y en “Paktua” lo primero que me vino a la cabeza fue la melodía que hacen los metales. Llamé a la sección de viento de Akatz, que son amigos, y enseguida me dijeron que sí. Por ese lado, tengo que estar muy agradecido, porque la gente se ha mostrado muy dispuesta cada vez que he necesitado algo.

Habéis grabado en Lorentzo Records y el estudio Muxikon

Sí, y me gustaría subrayar el trabajo de Iñigo Etxebarrieta Pitu, que, además de trabajar como técnico, me ha echado una mano con la producción, junto a Beñat. Es muy hábil a la hora de sacar sonidos: amplificadores, pedales, guitarras…

La masterización se ha hecho en Nueva York, y estoy muy satisfecho de cómo suena el disco.

Vamos, que no te has guardado nada

Qué va. Al principio solo era una serie de canciones grabadas para mí mismo, pero el proyecto ha ido cogiendo otra dimensión, y he tirado adelante.

Y la intención es no parar. Queremos seguir, compatibilizando Erabatera con nuestras agendas marcadas por los otros grupos.

Las canciones se pueden encuadrar dentro del pop tradicional, aunque también hay ecos de rock (“Eztanda”, “Piztia destripatu”), y los estribillos son el centro de los temas (“Antipodetan”, “Aurrez aurre”, “Isilean”…). ¿Cómo los has trabajado?

No he probado mil melodías para buscar los estribillos. Me han salido de una manera bastante natural. Por ejemplo, los de “Antipodetan” e “Isilean” me surgieron de repente. No he ido en busca del estribillo comercial.

¿Sobre qué dirías que hablan las canciones?

He escrito las letras completas de siete temas, y en otras dos me ha ayudado mi amigo y bertsolari Iker Olabarrieta.

Algunas letras me han costado esfuerzo, porque no estaba acostumbrado a escribir. Me parece que hay cosas que ya se han dicho miles de veces de mil maneras diferentes, y no es fácil.

El 8 de noviembre empezaréis a girar con Erabatera. ¿Cómo serán los conciertos? ¿Qué tocaréis, además de las nueve canciones del disco?

Tocaremos todo el disco y cinco canciones nuevas, recién compuestas. Siguen más o menos el mismo hilo, aunque hay una algo más indie, con sintentizadores y tal.

¿Qué sensaciones has tenido en los ensayos?

Nos ha pasado algo muy curioso. Cuando nos juntamos por primera vez en el local, casi sin conocernos, comenzamos a tocar “Paktua”, y nos salió con un gran sonido y mucho feeling. Fue un momento muy especial.

En los directos os acompañarán Miguel Moyano y Josu Aginaga. ¿Cuál será la labor de cada uno de ellos?

Josu tocará la guitarra, y Miguel se ocupará de los sintetizadores, además de tocar también la guitarra en dos temas.

Los sintetizadores dan otra textura a los temas, un sonido más grave.

Mientras tanto, no has parado de trabajar con Gatibu, y acabáis de grabar un nuevo disco en Texas junto a Santi García (Standstill, Nothink, Delorean, La Habitación Roja…). ¿Por qué habéis ido a EE. UU.?

Sí, hemos ido a los estudios Sonic Ranch porque los eligió el propio García. Cuando le dijimos que queríamos trabajar con él, le pedimos que escogiera un estudio, y eligió uno en Gales y este, en Texas.

Luego hemos visto que ha sido una elección perfecta, porque es un pasada de sitio, el disneyworld de los estudios: he podido elegir entre cuatro o cinco baterías diferentes, y con las guitarras y los amplificadores igual, la cabina era una especie de pabellón enorme, hemos grabado usando las mismas mesas que usaban los músicos de la Motown, Madonna, Red Hot Chili Peppers o los Rolling Stones…

Además, el estar fuera nos ha permitido estar totalmente volcados en el disco, sin pensar en nada más.

¿Qué nos puedes adelantar de las nuevas canciones? ¿Se nota la mano de Santi García?

Sí. Hay tres o cuatro canciones más alegres, más bailables, al estilo de “Aske maitte” o “Euritan dantzan”, pero se nota la influencia de Santi García, que nos ha propuesto bastantes cosas... Es Gatibu, pero añadiéndole algo diferente.

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