Triple victoria
Los republicanos se garantizan el control absoluto en Washington
Agencias | Redacción
El entendimiento entre la Casa Blanca y el Congreso es posible, aunque Trump deberá incluso convencer a sus propios compañeros.
Congreso de Estados Unidos. Foto de archivo: EFE
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Además de la presidencia, el Partido Republicano liderado por Donald Trump ha logrado conservar el control tanto en la Cámara de Representantes como en el Senado, lo que teóricamente les garantiza no sólo sacar adelante las medidas políticas que quieran, sino derogar iniciativas promovidas durante estos años por Barack Obama.
En las elecciones de Estados Unidos, los republicanos se han asegurado 235 escaños en la Cámara de Representantes, 17 por encima de la mayoría y ampliamente por delante de los 191 que han sumado los demócratas.
Los sondeos indicaban que la Cámara de Representantes seguiría bajo control republicano, por lo que la derrota legislativa más dolorosa para los demócratas ha llegado en el Senado, renovado en una tercera parte.
Los republicanos apenas han sufrido derrotas en el Senado y han obtenido al menos 51 escaños, lo que les garantiza un escenario cómodo para los próximos dos años y les deja bien posicionados para los comicios de 2018.
El nuevo Congreso se reunirá el 3 de enero, pero la próxima semana se celebrarán las primeras reuniones para determinar el liderazgo de las dos cámaras. Por su parte, el senador Mitch McConnel tiene garantizada su continuidad como líder de la mayoría republicana en la Cámara Alta.
Control absoluto
“Un presidente republicano, un Senado republicano y una Cámara republicana pueden hacer cosas para cambiar este país”, ha celebrado el senador Roy Blunt durante la noche electoral.
Durante los últimos ocho años la división ha aumentado entre las políticas de la Casa Blanca y el Congreso. El Partido Demócrata se quedó en 2014 sin el control de las dos cámaras, lo que llevó a Barack Obama a depender de decretos para aprobar cuestiones clave como la reforma migratoria.
Ahora, todo apunta a que habrá un entendimiento entre los poderes ejecutivo y legislativo, aunque Trump deberá incluso convencer a sus propios compañeros para sacar adelante algunas de sus medidas más polémicas.
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