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Análisis

La enorme metedura de pata en el caso de Chipre

Jesús Torquemada

La simple posibilidad de que en un país de la Unión Europea pudiera fallar la garantía de los depósitos ha provocado una tormenta financiera y un daño irreparable en la confianza de los ahorradores.

Los ministros de Finanzas de la Eurozona se han dado cuenta de la enorme metedura de pata que han tenido con Chipre, pero puede que sea demasiado tarde. Ahora recomiendan al Gobierno de Chipre que no ponga un impuesto a los ahorros menores de 100.000 euros, después de haber recomendado hace tres días que esos ahorros fueran sometidos a un impuesto del 6,75%. Eso implicaba cargarse de un plumazo la garantía de depósitos que rige en todos los países de la Unión Europea.

Se supone que, pase lo que pase, los primeros cien mil euros ahorrados están a salvo; pues bien, en Chipre, que es miembro de la Unión Europea, esa garantía está en el aire. Si no modifican lo que se anunció el fin de semana, alguien que tenga, por ejemplo, 10.000 euros ahorrados en Chipre pasará a tener automáticamente 9.325. Y eso, se le llame impuesto, quita, confiscación o lo que sea, significa que su ahorro ya no está garantizado.

Ahora, tras el nuevo llamamiento de los ministros europeos, es el Gobierno de Chipre el que tiene que decidir si respeta los primeros 100.000 euros o, si no los respeta, cuánto les quita. El problema es que el Gobierno de Chipre tiene una pistola en la sien. Sus socios europeos no quieren poner más de 10.000 millones de euros, y el rescate de los bancos chipriotas va a costar al menos 16.000. Así que el Gobierno chipriota tiene que sacar de donde sea 6.000 millones.

Si no les quita nada a los pequeños ahorradores, tendrá que quitarles mucho más que el 9,9% anunciado a los grandes ahorradores; y entonces habrá una fuga masiva de capitales en cuanto abran los bancos. Eso es un gran problema para Chipre, pero además está el daño para toda Europa. La simple posibilidad de que en un país de la Unión Europea pudiera fallar la garantía de los depósitos ya ha provocado una tormenta financiera; pero, sobre todo, ha causado un daño irreparable en la confianza de los ahorradores de todos los demás países europeos.