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Análisis

Todos son sospechosos

Jesús Torquemada

Los vuelos de pasajeros no estaban prohibidos en Ucrania porque aquello, oficialmente, no era una guerra.

Tanto el Ejército de Rusia como el de Ucrania disponen de misiles capaces de derribar aviones. De hecho, tienen los mismos sistemas de misiles, no hay que olvidar que hasta hace solo poco más de veinte años los dos países formaban parte de la Unión Soviética. Y los rebeldes prorrusos también los tienen.

Periodistas extranjeros que están cubriendo el conflicto aseguran haber visto esos misiles en manos de los rebeldes, bien porque se los ha dado Rusia, bien porque se los han arrebatado a los militares de Ucrania. Así que, a primera vista, todos son sospechosos.

Sin embargo, en la última semana, Ucrania ha anunciado el derribo de dos de sus aviones, uno de combate y otro de carga, y hace un par de semanas los rebeldes prorrusos abatieron un helicóptero ucraniano. Por lo tanto, da la impresión de que quien está utilizando allí los misiles con más frecuencia es el bando ruso.

Una investigación imparcial va a ser difícil, porque los restos del aparato malasio han caído en la zona controlada por los rebeldes. Ni Ucrania, ni Rusia ni los rebeldes habían prohibido el vuelo de los aviones de pasajeros. Aquello, oficialmente, no era una guerra, y por lo tanto no había motivo para que los aviones comerciales desviasen sus rutas.

Sea quien sea el que haya derribado el avión, ya ha conseguido que aquello se convierta en una guerra de verdad y que la comunicación aérea entre Europa y Asia se complique enormemente.