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Análisis

La última batalla

Iñigo Herce

Redacción

La votación del 9 de noviembre emplaza a Mas y Rajoy. Si el presidente español no varía su estrategia, la siguiente cita electoral catalana puede ser definitiva.

Catalunya ha votado. Más de dos millones de ciudadanos han respondido a la llamada y han expresado, por encima de todo, su deseo de ser consultados. Con todas las idas y venidas judiciales, a pesar de que el proceso ha perdido la esencia del referéndum, entendido este como una cita electoral con efectos políticos vinculantes, lo sucedido sirve para transmitir un mensaje político, el enésimo en su historia reciente, de un pueblo que busca definir su futuro de forma democrática.

Pero la de hoy, pese a quedar marcada en su historia como una cita relevante, no va a ser la definitiva. Si, tal y como anunció, el siguiente punto de la hoja de ruta de Artur Mas es la convocatoria de elecciones, y si a estas le son conferidas un carácter plebiscitario, la cita puede convertirse en la batalla final que dirima el futuro político de Catalunya y España.

La jornada del 9-N ha dejado una cierta sensación de que ninguna de las dos partes ha querido tensar excesivamente la situación. Parecía que las fuerzas convocantes se daban por satisfechas con poder tener urnas, y que el Gobierno español no se ha sentido especialmente interpelado al poder defender que, tal y como aseguró Rajoy, en Catalunya no se ha celebrado ningún referéndum. La cuestión es qué sucederá una vez se conozcan los resultados. Mas tendrá una gran presión del bloque soberanista para continuar adelante y convocar elecciones, siguiendo el camino unilateral sin mirar a Madrid. Pero el president sabe que esa cita, sin una lista unitaria hoy por hoy improbable, puede suponer la pérdida del poder para CiU.

Mariano Rajoy tiene básicamente dos opciones: seguir haciendo oídos sordos tanto a la voz de los catalanes como a la de quienes, sin ser independentistas, le emplazan a responder a este reto con una propuesta política; o cambiar de estrategia y optar por el camino del diálogo, el pacto y la negociación para intentar buscar un arreglo, lo que a su vez podría abrir fisuras en la maltrecha unidad catalana. De no hacerlo, la próxima cita electoral que tenga que afrontar será legal, vinculante y puede dejar un mandato ciudadano cuya gestión puede ser ya imposible de parar para Rajoy.