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Análisis

Última bala en la recámara del BCE

Pedro Garcia Larragan

Redacción

Dos previsiones marcan el calendario: las elecciones en Grecia; y el jueves, la reunión del BCE que, según los analistas, tomará la decisión de comprar deuda pública de los países del euro.

Semana decisiva para el futuro más inmediato de la zona euro. Dos previsiones marcan el calendario: el domingo, las elecciones en Grecia; y el jueves, la reunión del BCE que, según todos los analistas, tomará la decisión de comprar masivamente deuda pública de los países del euro. Sería la primera vez en su corta historia, y no está exenta de una fuerte contestación interna, especialmente de Alemania. Pero la situación lo exige.

Es la última bala en la recámara. El BCE lo ha intentado todo: prestar a los bancos prácticamente gratis, a cambio de que lo presten a empresas y familias, cobrarles por tener depósitos sin movimiento, comprar bonos a empresas privadas para inyectarles dinero directamente sin intervención de los bancos..., pero nada ha dado resultado. Hoy la eurozona está a la cabeza del paro en el mundo, y a la cola del crecimiento, con unos precios a la baja que amenazan con arrasar lo que queda.

La compra masiva de deuda pública de los países del euro tiene sus pros y sus contras. A favor: los países se financian más barato. Podrán gastar en otras cosas. Los bancos se desprenden de esos bonos de sus gobiernos, y disponen de mucho más dinero para prestar. Se activa la economía; y de rebote suben los precios.

En contra: la posibilidad no descartada de que los gobiernos se hagan 'dinerodependientes' del BCE. La oposición alemana, que entiende que financiando a los países europeos se fomentan los incentivos incorrectos: gasto lo que quiero ...que lo pagamos entre todos; y tercero, y quizá más importante, que por mucho que el BCE inunde de dinero la eurozona, ni las empresas ni las familias quieran gastar. Premios nobel como Josep Stiglitz advierten de que ése el problema de Europa. Hasta que los gobiernos no cambien la austeridad por el gasto público nada cambiará. Porque en un contexto en el que ni las empresas, ni las familias ni los gobiernos gastan no hay forma de crecer, por mucho que nos inunden de dinero.

Sea como fuere, el BCE afronta un dilema: o utiliza ya el bazoka, la artillería pesada, o nadie creerá que realmente la tiene. El jueves, la respuesta.