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Análisis

Juego de tronos en Bruselas

Jesús Torquemada

Tsipras va hoy a Bruselas con una misión que parece imposible: convencer a los socios para que le perdonen parte de la deuda y le dejen dinero sin condiciones.

El primer ministro griego, Alexis Tsipras, va hoy a Bruselas con una misión que parece imposible: convencer a sus socios europeos, a los que les debe 240.000 millones, de que le perdonen una parte de esa cantidad y, además, le dejen más dinero. Y, encima, que lo hagan sin condiciones, que le dejen usar el dinero como él quiera, para poder así cumplir sus promesas electorales.

Tsipras llega reforzado por su impresionante triunfo en el referéndum del domingo y con el respaldo de casi todos los partidos de la oposición. Pero ahora necesita que los otros 27 socios europeos, y especialmente los 18 del euro, quieran o puedan dejarle más dinero. Angela Merkel no está sola en su política firme ante Grecia. Le acompañan casi todos los dirigentes europeos. Solo el francés Hollande y el italiano Renzi, a veces, manejan un lenguaje más suave.

Algunos no quieren prestar más dinero a Grecia por motivos ideológicos; pero, además, podrían encontrarse con el castigo de sus votantes si le perdonan la deuda a Grecia. En Alemania, Finlandia, Austria, Holanda y otros países no entienden por qué tienen que pagar más impuestos para darles más dinero a los griegos. La prensa sensacionalista alemana destaca día sí día también que los griegos se jubilan antes que los alemanes y que Tsipras se niega a cambiar eso. Y, evidentemente, a lo que Merkel no está dispuesta es a perder ella su trono para que Tsipras conserve el suyo.