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Análisis

Tormenta diplomática por el avión del Sinaí

Jesús Torquemada

Rusia y Egipto se han enfrentado a Gran Bretaña. El Gobierno británico cree que la causa de la caída del avión fue una bomba, mientras el ruso y el egipcio insisten en que fue un accidente.

El avión ruso caído en el Sinaí está provocando una tormenta diplomática. Rusia y Egipto se han enfrentado a Gran Bretaña. El Gobierno británico cree que la causa de la caída del avión fue una bomba, mientras el ruso y el egipcio insisten en que fue un accidente. El presidente egipcio, Al Sisi, sabe que, si se confirma que fue un atentado, la industria turística de Egipto se hundirá definitivamente. El presidente ruso, Putin, sabe que, si ha sido un atentado, puede encontrar oposición dentro de Rusia a su intervención en Siria.

El avión cayó un mes después de que Rusia comenzase sus bombardeos en Siria y 15 días después de que los yihadistas amenazasen con atacar a ciudadanos rusos como represalia por esos bombardeos. Londres suspendió todos los vuelos con Sharm El-Sheij y, tras las presiones de Moscú y El Cairo, ha accedido a reanudarlos, pero solo para repatriar a los 20.000 turistas británicos que están allí, no para restablecer el tráfico normal. Y esos turistas tendrán que embarcar sin maletas, solo con el equipaje de mano, prueba de Londres no se fía de la seguridad en ese aeropuerto. En este ambiente, va a ser difícil creer los resultados de la investigación sobre la caída del avión.