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Análisis

La UE se convierte en rehén de Turquía

Jesús Torquemada

Bruselas está tan desesperada en el tema de los refugiados que se ha echado en brazos de Erdogan. Turquía, entretanto, está encantada de tener la sartén por el mango.

La Unión Europea está tan desesperada en el tema de los refugiados que se ha echado en brazos de Turquía. A nadie le importa ya que el presidente Erdogan gobierne de forma autoritaria, como lo demostró hace unos días al cambiar a la fuerza a los directivos del diario Zaman, que era el principal de la oposición y ahora ya no se opone a Erdogan.

El objetivo de la Unión Europea es que Turquía no deje pasar a ningún inmigrante hacia Europa, sea refugiado o inmigrante económico. Eso puede ser incluso ilegal: si alguien pide asilo, hay que tramitar su petición, y solo después, si se demuestra que no tiene derecho a refugio, se le puede expulsar. La excusa que se ha encontrado para eso es que Turquía es un país seguro, en el sentido de que allí los refugiados sirios no son perseguidos, y por lo tanto se pueden quedar en Turquía sin problemas.

Para suavizar un poco el asunto, Turquía pide que por cada refugiado que sea devuelto desde Grecia a Turquía, otro refugiado que esté en un campamento en Turquía sea llevado legalmente a Europa. Eso podría ser una buena solución si Europa la cumpliese, pero visto que Los Veintiocho no han sido capaces de repartirse los refugiados que están en Grecia, no parece creíble que vayan a aceptar a los que están en Turquía. Y Turquía, mientras tanto, encantada de tener la sartén por el mango y pidiendo más dinero y más concesiones políticas.