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Análisis

El drama de los náufragos

Jesús Torquemada

La situación de los barcos que llevan náufragos a bordo obliga a pensar una solución europea a este problema. Una solución que proteja las fronteras, pero que no deje abandonados a los náufragos.

La situación de los barcos que llevan náufragos a bordo obliga a pensar una solución europea a este problema. Una solución que, por un lado, proteja las fronteras; pero que, por otro, no deje abandonados a los náufragos. Rescatar a los náufragos no es solo una cuestión ética, sino también legal.

El derecho marítimo internacional, la Convención de Ginebra y otros textos jurídicos obligan a ese rescate. En principio, el rescate les corresponde a los países que están cerca de los naufragios, es decir, Italia, Grecia, Malta o España; pero el resto de la Unión Europea no puede dejar a esos cuatro países abandonados. Así que una solución podría ser el reparto de los náufragos entre todos los países europeos; parece fácil, pero no lo es.

En 2015, ya se aprobó un plan de reparto de inmigrantes. En ese momento, solo había en la Unión tres gobiernos claramente antiinmigración, que eran los de Hungría, Polonia y la República Checa. Pues bien, la resistencia de esos tres países hizo fracasar aquel acuerdo.

Ahora, los partidos antiinmigración ocupan más gobiernos en Europa y, sobre todo, están en el Gobierno de uno de los países clave, Italia. En este contexto, parece aún más difícil alcanzar un acuerdo de reparto.