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Análisis

En Francia se toman en serio su República

Jesús Torquemada

Redacción

A mucha gente le sorprenderá que, solo tres semanas después de dejar la Presidencia de Francia, Nicolas Sarkozy ya esté siendo investigado por un presunto caso de financiación ilegal de su partido.

A mucha gente le sorprenderá que, solo tres semanas después de dejar la Presidencia de Francia, Nicolas Sarkozy ya esté siendo investigado por un presunto caso de financiación ilegal de su partido.

En otros países no pasa lo mismo. Por ejemplo, Silvio Berlusconi ya hace más de medio año que dejó de ser primer ministro de Italia. Tenía cuatro casos abiertos por corrupción, algunos de ellos muy gordos, y sin embargo los policías todavía no se han presentado en su casa a registrarla.

Eso se debe al alto concepto que tienen en Francia de su República y de sus instituciones. Cuando alguien es presidente de Francia, es casi como si fuera un rey, tiene muchos poderes y es intocable. Pero, en cuanto deja de ser presidente, se convierte en un ciudadano normal y, efectivamente, le tratan como a un ciudadano normal. Inmediatamente pierde su inmunidad y, si tiene asuntos judiciales pendientes, se le investiga.

El expresidente Jacques Chirac ya sabe lo que es eso. El año pasado fue condenado a dos años de cárcel por unos contratos irregulares que se hicieron cuando él era alcalde de París. El Ayuntamiento pagó los sueldos de 21 militantes del partido de Chirac que, en realidad, nunca trabajaron allí. El juicio estableció la culpabilidad de Chirac, aunque el juez decidió que no tendrá que ir a la cárcel a cumplir la pena en atención a su edad (80 años) y su mal estado de salud.

Ahora es Sarkozy el que empieza el calvario del caso Bettencourt y hay otro par de casos de financiación irregular que podrían acabar salpicándole.

No seamos ingenuos; en Francia, como en todas partes, los poderosos tienen más resortes para intentar escapar de la Justicia, pero al menos en Francia se esfuerzan por dar ejemplo y mantener la dignidad de las instituciones.