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Análisis

La sangre fría de los dirigentes europeos

Jesús Torquemada

Redacción

Ya se sabe que las decisiones de las cumbres europeas son complicadas de aplicar y que requieren tiempo; pero es inexplicable que la unión bancaria ahora se diga que no será hasta 2014.

Ya estamos ante otra cumbre de la Unión Europea que, una vez más, se presenta como decisiva e histórica. Después de lo sucedido en la cumbre de junio, ya no hay que creerse nada. En la cumbre de junio se anunció la solución para prácticamente todos los problemas de Europa: unión bancaria, puesta en marcha del fondo permanente de rescate, avance hacia la unión política, coordinación fiscal… Y luego resulta que algunos gobiernos ponen en duda lo que allí se acordó o retrasan su puesta en práctica.

Ya se sabe que las decisiones de las cumbres europeas son complicadas de aplicar y que requieren tiempo; pero es inexplicable que la unión bancaria, por ejemplo, que se daba por supuesto que entraría en vigor a comienzos de 2013, ahora se dice que no será hasta 2014.

Un año de diferencia en este ambiente económico que estamos viviendo es demasiado tiempo. Ni España ni Italia pueden resistir un año más con el coste actual de su deuda, y ese coste solo puede bajarlo la intervención del fondo de rescate, pero el fondo dice que no interviene mientras no intervenga el Banco Central Europeo, y este banco dice que no interviene si no hay antes unión bancaria.

Así que los líderes europeos, en su reunión de hoy y mañana, deberían acelerar algunas cosas. Pero, como de costumbre, ya se dice que posiblemente no será en esta cumbre, sino que lo dejarán para la de diciembre.

Es asombrosa la sangre fría que tienen los dirigentes europeos cuando todo alrededor hierve.