Referéndum en Escocia
La receta escocesa
Iratxe Etxebarria | Edimburgo
Escocia ha abierto una puerta, la que da legitimidad a una consulta por encima de leyes y por el camino del acuerdo.
Viniendo a Edimburgo, me ha venido a la cabeza el vuelo que hice de Viena a Pristina en el invierno de 2008. En aquel avión plagado de ciudadanos de Kosovo residentes en el extranjero me di cuenta de que les había llegado el momento que tanto ansiaban. En el día de su independencia, querían estar en su casa.
En el viaje a Edimburgo, sin embargo, quienes han llamado mi atención son los vascos. Son más de uno, y de dos, los que me he encontrado en este viaje de Bilbao a la capital escocesa.
Del mismo modo, he podido observar en las redes sociales que los vascos que estarán presentes en Escocia para la consulta del día 18 serán más de los que se pueden contar con los dedos de las dos manos. En otras palabras, habrá en Escocia muchos ciudadanos de pueblos que llevan años esperando una consulta.
Gane el sí o el no, Escocia ha abierto una puerta, la que da legitimidad a una consulta por encima de leyes y por el camino del acuerdo.
El Reino Unido tiene la llave para cambiar el mapa de la Unión Europea, ya que el primer ministro David Cameron ha prometido que, si es reelegido en el cargo, convocará otra consulta sobre la permanencia del Reino Unido en la UE.
Pero antes de eso, si Escocia vota a favor de su independencia, el asunto de las naciones sin Estado se impondrá a la crisis económica en la agenda de Bruselas. La receta escocesa ha demostrado que se puede hacer de manera elegante y civilizada.