Astronomía
¿Cómo se forman las Perseidas?
Iker González | eitb.eus
El espectáculo astronómico estival de cada año se lo debemos al cometa 'Swift-Tuttle'. Cuando la Tierra cruza por su órbita, llena de fragmentos que ha soltado, se crea la lluvia de meteoros.
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Los cometas, a medida que dibujan su órbita alrededor del Sol, van desprendiendo al espacio una serie de gases, polvo y materiales rocosos que permanece en una órbita muy similar a la del mismo cometa. De esta forma, cada cometa va formando así un anillo en el que se encuentran los fragmentos que ha ido soltando.
Así, según explica el Instituto Geológico Nacional de Ministerio de Fomento, cuando la Tierra, en su órbita en torno al Sol, se cruza con uno de esos anillos, algunos de los fragmentos rocosos citados son atrapados por su campo gravitatorio y caen a gran velocidad a través de la atmósfera formando una lluvia de trazos luminosos o meteoros.
Es la fricción con los gases atmosféricos que se calcinan y vaporizan los meteoros lo que produce la luz brillante durante una fracción de segundo, formando lo que popularmente denominamos estrellas fugaces. No se trata, por tanto, de una estrella sino de una partícula de polvo incandescente.
La altura a la que un meteoro se calcina formado la estela de brillo depende de la velocidad a la que haya cruzado la atmósfera, normalmente unos 100 kilómetros de altura, es decir, en la Mesosfera.
En esa transición, los meteoros de menos de un kilogramo se calcinan completamente en la atmósfera, pero los de mayor tamaño y más densos (de consistencia rocosa o metálica), forman meteoritos: restos calcinados que caen sobre el suelo.
Infografía sobre la formación de las Perseidas, o 'Lagrimas de San Lorenzo'. Foto: EFE
Cada lluvia de estrellas está asociada a un cometa. Las llamadas 'estrellas fugaces' de las Perseidas o 'Lágrimas de San Lorenzo' son en realidad pequeñas partículas de polvo de distintos tamaños, por lo general menores que granos de arena, que va dejando el cometa 'Swift-Tuttle' a lo largo de su órbita.
Cada año en verano, la Tierra se encuentra con los restos de este cometa, que tiene un período de 133 años y que pasó cerca del Sol por última vez en 1992. Estas partículas de polvo, al contacto con la atmósfera terrestre, se desintegran a gran velocidad, creando los conocidos trazos luminosos que reciben el nombre científico de 'meteoros'.