Reportaje
Mujeres, migrantes, menores y... solas
Eider Garaikoetxea | EiTB.EUS
Las menores extranjeras no acompañadas llegadas al Estado son, en comparación con sus coetáneos varones, muchas menos. Analizamos esta realidad con una navarra que trabaja con mujeres en Andalucía.
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Algún que otro año les separa de la quincena, pero sus ojos ya dan muestra de una madurez sobrevenida, impuesta por las penurias de su corta vida. Son menores, mujeres y migrantes. Vienen solas, sin un referente adulto de confianza. Vulnerables, pero también decididas, con la esperanza de alcanzar un futuro mejor. Así llegan, las que que logran hacerlo, al Estado español desde África.
Según el informe de la Fiscalía General del Estado, en 2017 fueron localizadas 69 menores llegadas sin compañía de ningún adulto en pateras o embarcaciones similares, apenas el 3 % de total (2.345 menores).
Llegan a las costas andaluzas a bordo embarcaciones precarias, o cruzando la frontera de Ceuta o Melilla escondidas en los bajos de los coches o en el interior de alguna maleta. En estas dos últimas décadas, son raros los casos de aquellas que ha alcanzado el Estado saltando las vallas de esas ciudades autónomas.
El Estado español, tercera entrada a Europa tras Italia y Grecia, y en concreto Andalucía, se convierte para ellas en la primera escala, aunque también quizás la última, en su periplo. Pese a que no trata directamente con menores, la pamplonesa Ilargi Mayor conoce bien el terreno: lleva tres años en Algeciras (Cádiz) y anteriormente pasó otros siete en Marruecos. Es educadora social en la Fundación Amaranta, una entidad privada sin ánimo de lucro creada por las Religiosas Adoratrices que trabaja con mujeres, la mayoría jóvenes, y muchas migrantes. Gran cantidad de ellas ejercen la prostitución o han estado en situaciones de trata y otras formas de exclusión. Además, colabora en el colectivo Caminando Fronteras, acompañando e informando a las familias en la identificación de migrantes fallecidos.
Mayor advierte que los datos oficiales "no son muy fidedignos"; "nunca salen a tiempo y no recogen la realidad", denuncia.
En el Registro de Menores Extranjeros No Acompañados, a fecha de 31 de diciembre 2017, figuraban 581 mujeres menores bajo la tutela o acogimiento de los servicios de protección (un 9 % del total de menores, 6.414).
Estos números incluyen solo a aquellas chicas cuya minoría de edad ha sido reconocida por la Administración española. Muchas adolescentes que alcanzan las costas andaluzas esconden su condición de menores, bien porque no les interesa quedarse en el Estado o bien porque están estrechamente controladas por redes de trata que las quieren invisibilizar frente a las instituciones para seguir explotándolas. Otras ni siquiera son detectadas como tales debido a las deficientes pruebas para determinar la minoría de edad. Tampoco están en la lista aquellas chicas que se escapan o son sacadas de los centros de menores.
Una realidad invisible
"Los menores llevan muchísimos años viniendo solos, más de 15 o 20 años. Es increíble que a día de hoy no tengamos datos para poder dar respuesta a estos niños”, denuncia Ilargi Mayor, para añadir "si tuviéramos datos más concretos daríamos una respuesta más concreta. Y claro, hoy en día nuestra respuesta no es adecuada, y eso trae una desprotección de la infancia muy grande".
De hecho, el primer filtro que debe pasar una persona no acompañada que se sospecha pueda ser menor al llegar sola al Estado es establecer su edad. Si tras esa valoración se estima que tiene 18 años o más, se procederá a su identificación y registro para ser trasladada luego a un centro CIE (centro de internamiento de extranjeros). Después, puede ser expulsado a su país de origen o, como ocurre en muchos casos, quedarse en el Estado en situación irregular, expuesto a una gran vulnerabilidad y precariedad.
Una concertina bordea la costa melillense. Foto: EiTB
En cambio, si la Administración establece que la persona es menor de edad, ésta pasará a manos de los servicios de proteccion de menores en Andalucía para proporcionale atención inmediata. Tras ello, se intentará la reagrupación familiar en su país de origen, y si no es posible, pasará a ser tutelada por las instituciones públicas del Estado y siendo conducida a uno de los diferentes centros repartidos por el Estado.
Todo este proceso se hace "mucha lentitud" y con una saturación enorme en los centros. "A los menores que llegan con 16 o 17 años muchas veces no les da tiempo a que les den la residencia o la documentación necesaria, también les cuesta mucho llegar a los centros de formación, y eso hace que se queden sin poder hacer nada", asegura la trabajadora de la Fundación Amaranta.
Esta educadora social denuncia que estos centros se han convertido en centros "estigmatizados" porque se han convertido exclusivamente en centros para extranjeros. "En vez de considerar a la infancia como un todo, como niñas y niños a proteger, siempre queda por encima su situación de menores migrantes".
Según el informe de Save The Children "Los más solos" de mayo de 2018, la Comunidad Autónoma Vasca (CAV) acogió en 2017 a casi un 11 % de los menores migrantes no acompañados del Estado (695 menores, no hay datos segregados por sexo) mientras que Navarra tuteló a 21 (0,33 %).
Acudimos a la Diputación Foral de Bizkaia para contrastar estos números, pero ésta nos responde que las instituciones forales no dan cifras al tratarse de menores de edad. Nos confirman, no obstante, que el porcentaje de mujeres menores tuteladas es "mínimo". Según nos explican, estas pocas adolescentes, de haberlas, son derivadas a lo que se llama "red básica", es decir, a los centros donde conviven con otras menores tuteladas no extranjeras.
De dónde vienen (Fuente: Save The Children)
Marruecos 64,84 %
Argelia 9,63 %
Guinea 4,02 %
Costa de Marfil 3,24 %
Camerún 0,98 %
Nigeria 0,54 %
¿Qué las empuja a emigrar?
A pesar de la falta de datos precisos, es indudable que las menores emigran muchísimo menos que los varones. El sistema patriarcal y el machismo tienen relación directa en esta diferencia. En estos países africanos, las mujeres están relegadas casi exclusivamente a labores domésticas y de cuidados, su libertad de movimiento y decisión es, por tanto, muy limitada. Las niñas pasan de ser controladas por sus padres, a ser controladas por sus maridos, muchas veces en el seno de matrimonios forzados. Además, el riesgo de sufrir violencia física o sexual durante el trayecto migratorio se multiplica en el caso de las mujeres.
Las razones por la que estas pocas mujeres emprenden este viaje son diversas, según Mayor. "Por una parte, están las niñas-adolescentes que son parte de un proyecto migratorio de la familia, es decir, que vienen aquí a trabajar con otros miembros de la familia o conocidos. También están las que son víctimas de redes de trata, que son traídas para ejercer la prostitución. Y luego también las hay las que se rebelan contra ese sistema patriarcal que las oprime, que las hace estar dentro de las casas y que hoy en día, gracias por ejemplo a las redes sociales, le hace no conformarse con esa forma de vida".
Así, esta educadora social nos comenta, que en el último año, han detectado un repunte en el número de niñas y adolescentes marroquíes que han llegado a Andalucía, aunque desconoce el motivo.
Las playas de Algeciras están plagadas de restos de naugrafios y embarcaciones precarias. Foto: EiTB
Las mujeres, cuál mercancía
Los roles de género de los países de destino también condicionan sobremanera los movimientos migratorios de estas menores. El Estado español, con un mercado de la prostitución muy potente, es objetivo de las redes de trata de mujeres que las captan en sus países de origen con falsas promesas.
De acuerdo con datos de 2016, el 86 % de las víctimas de trata identificadas oficialmente en el Estado eran mujeres extranjeras, y un 10 %, menores. El 75 % eran obligadas a prostituirse.
Para estas redes las mujeres dejan de ser personas y son tratadas como cosas, mercancías, que hay que "cuidar" en el trayecto para poder seguir vendiéndolas después: "Las redes de trata les ayudan a pasar las fronteras, son los que en lugares donde para ellas la falta de seguridad es importante, donde pueden ser agredidas físicamente por multitud de agresores, las protegen", afirma Mayor.
Save the Children alerta en su informe de "la sobrerrepresentación de las niñas de Nigeria y de Camerún entre los menores que son tutelados por las administraciones públicas" y son las únicas nacionalidades que cuentan con mayoría de sexo femenino entre los migrantes menores tutelados, lo que revela, según la ONG, "las modalidades bajo las que probablemente se ha llevado a cabo el trayecto migratorio y la finalidad oculta de sus llegadas".
Según esta educadora social navarra, "muchas chicas ya han sido avisadas de que van a ser obligadas a prostituirse, también porque ya la han ejercido en el trayecto, pero sobre todo no suelen saber en las condiciones que lo van a ejercer. Esa situación de explotación, de violencia, de falta de libertad... "
El caso de las mujeres que son expulsadas a sus países de origen también es terrible, segun Mayor, porque "en muchos veces son retratadas, es decir, vuelven a ser captadas por las redes de tratas para volver a subir".
A pesar de que esas vicencias extremas quedan grabadas a fuego en estas menores, Ilargi Mayor subraya "que son heridas de un momento concreto que pueden sanarse. De hecho, son chicas y mujeres que tiran para adelante, la gran mayoría son mujeres resilientes, fuertes y sufientes".