DÍA ASTEROIDE
Los asteroides, amenaza y fuente de conocimiento, celebran su día
AGENCIAS | REDACCIÓN
En 2022 el asteroide más pequeño pequeño del sistema Didymos 'Dimorphos' será objetivo de la misión DART de la NASA, que intentará desviarlo, y la misión HERA de la ESA lo estudiará dos años después.
Euskaraz irakurri: Asteroideek, mehatxua eta ezagutza iturri direnek, euren eguna ospatzen dute gaur
Cuando pensamos en asteroides vienen a nuestra imaginación grandes moles de piedra que acechan a la Tierra, y en parte es así, pero esas rocas que vagan por el espacio son además una fuente de riqueza científica y tecnológica.
Concienciar a la población sobre las oportunidades y desafíos que representan estos objetos es el cometido del Día del Asteroide, que se celebra cada 30 de junio, fecha en que, en 1908, un meteorito causó graves daños en Tunguska (Siberia), donde arrasó 2.000 metros cuadrados de taiga.
Los asteroides son los restos del nacimiento de los planetas del Sistema Solar y muchos son fragmentos de diminutos protoplanetas que nunca llegaron a la madurez, por lo que su estudio es vital para entender el origen de nuestro hogar en el universo.
Más del 75 % de los asteroides son de tipo condrítico. Amalgamas de los materiales primigenios que se condensaron alrededor del Sol hace 4.565 millones de años y -ha explicado el astrofísico Josep Maria Trigo, del Instituto de Ciencias del Espacio del CSIC y del Instituto de Estudios Espaciales de Cataluña.- "contienen los restos fósiles de aquellos primeros tiempos, siendo ricos en metales, tierras raras y, algunos de ellos, hasta en el agua primordial".
Este año es especial, porque en diciembre se espera el regreso de la sonda japonesa Hayabusa 2 que, tras seis años de misión, volverá con fragmentos de Ryugu, un asteroide de 900 metros de diámetro situado a 280 millones de kilómetros de la Tierra.
Cuando los pedazos puedan ser examinados, se espera obtener "una pléyade de información", como ya sucedió con las muestras que Hayabusa trajo del asteroide Itokawa hace una década, señala Trigo, cuyo equipo fue el único español que pudo examinarlas y aspira a hacer lo mismo con los de Ryugu.
Pero este no es el único asteroide que se podrá analizar, pues en tres años debería regresar la misión Osiris Rex de la Nasa con material procedente de Bennu.
Estas dos misiones son un momento "apasionante", en palabras de Javier Licandro, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC), que durante la semana pasada participó en una de las charlas virtuales organizadas por la Agencia Espacial Europea (ESA) con motivo del Día del Asteroide.
Hayabusa 2 y Osiris Rex son "misiones complementarias" que "ya están dando resultados sorprendentes", ha señalado Licandro y ha explicado que en la superficie de los asteroides se esperaba que hubiera mucho polvo, pero en realidad son "básicamente un pedregal", lo que complicó encontrar un lugar para que la sonda japonesa aterrizara.
Los meteoritos, fragmentos de cuerpos rocosos que llegan a la Tierra, pueden contribuir además a la exploración de Marte, ha destacado Trigo.
En el análisis del meteorito marciano ALH 84001, de unos 4.100 millones de años y descubierto en la Antártida en 1984, el equipo de Trigo encontró evidencias de agua.
Este es solo un ejemplo de los meteoritos que cada año entran en nuestra atmósfera, donde normalmente se destruyen, aunque algunos superan esa barrera y caen a la Tierra. El más famoso es Chicxulub, que hace 66 millones de años impactó contra el golfo de México y acabó con los dinosaurios.
Y es que, "los dinosaurios no tenían un agencia espacial" que vigilara el espacio, como recuerda un antiguo e irónico eslogan de la ESA impreso en algunas de sus camisetas.
El riesgo de que una roca así llegue a la Tierra no es grande, pero hay muchas otras más pequeñas y potencialmente peligrosas, por eso hay programas de identificación y seguimiento, y se están poniendo en marcha proyectos de defensa planetaria.
En las últimas dos décadas "se ha hecho un enorme progreso" en la identificación de los asteroides en la región próxima a la Tierra, ha destacado Trigo, pero lo importante ahora es completar la búsqueda de esos pequeños objetos.
Ya se conocen el 75 % de los objetos de entre un kilómetro y 300 metros de diámetro, pero de entre 300 y 100 metros conocemos solo el 15 %, porcentaje que baja al 0,5 % para los de entre 100 y 30 metros, ha agregado el astrónomo, quien destaca que el meteorito de Tunguska se cree no tenía más de 50 metros.
¿Pero será posible un día desviar un asteroide que amenace a la Tierra? Ese es el objetivo de sendas misiones de defensa planetaria de la ESA y la Nasa, que tienen la vista puesta en el asteroide Didymos, al que orbita uno menor llamado Dimorphos, cuyo tamaño es similar a una pirámide de Egipto.
A este sistema binario de asteroides viajará, en dos años, la sonda DART de la Nasa, que realizará un impacto cinético a hipervelocidad contra Dimorphos para intentar variar su velocidad y desviar su rumbo. "Esta parece la técnica más coherente para aplicar con estos pequeños asteroides", ha considerado Trigo.
Dos años más tarde, la sonda Hera de la ESA visitará "ese fascinante sistema binario, para caracterizar ambos cuerpos y comprobar los efectos causados por el impacto".
'Dimorphos', nombre oficial del asteroide más pequeño del sistema Didymos
Tras años de apodos coloquiales y designaciones temporales, la Unión Astronómica Internacional (IAU, por sus siglas en inglés) ha bautizado formalmente al más pequeño de los asteroides de Didymos con el nombre de 'Dimorphos'.
El sistema binario de asteroides cercanos a la Tierra Didymos, cuyo nombre significa "gemelo" en griego, tiene un cuerpo principal de unos 780 metros de ancho, mientras que su luna menor apenas alcanza 160 metros de diámetro, aproximadamente el tamaño de la gran pirámide de Egipto.
En 2022, esta luna será el objetivo de la misión Prueba de Redireccionamiento de Doble Asteroide (DART) de la NASA, que por primera vez demostrará a escala completa una tecnología de desvío de asteroides para defensa planetaria. La misión Hera de la Agencia Espacial Europea (ESA) se lanzará dos años más tarde con el fin de estudiar Dimorphos de cerca, además de su asteroide anfitrión, tras el impacto de DART.
"Dimorphos significa 'dos formas' en griego", ha explicado Kleomenis Tsiganis, científico planetario de la Universidad Aristóteles de Tesalónica (Grecia) y miembro de los equipos de DART y Hera, quien propuso el nombre.
Según comenta, este nombre fue elegido pensando en que, en el futuro, será el primer cuerpo celeste cuya forma física se habrá visto alterada intencionadamente por la intervención humana tras el impacto de DART. "Así, nosotros lo conoceremos con dos formas distintas: la que verá DART antes del impacto y la que estudiará Hera unos años después", expone.
Se espera que el impacto de DART sobre Dimorphos desvíe su órbita alrededor de Didymos y cree un cráter importante, que la nave Hera investigará cuando llegue varios años después. El impacto propiamente dicho será registrado por el CubeSat italiano LICIACube, que DART desplegará varios días antes, mientras que los efectos a largo plazo se estudiarán con ayuda de telescopios espaciales y terrestres.