Yacimiento
La cueva de Mainea en Uitzi, cementerio de rinocerontes lanudos y mamuts
E. L. | EiTB Media
La cueva navarra constituye un yacimiento único en la península ibérica por la singularidad de los dos centenares de fósiles de rinocerontes lanudos y mamut hallados en ella.
Euskaraz irakurri: Uitziko Mainea leize-zuloa, errinozero iletsuen eta mamuten hilerri
La cueva navarra de Mainea constituye un yacimiento único en la península ibérica por la singularidad de los dos centenares de fósiles de rinocerontes lanudos y mamuts hallados en ella, unos animales adaptados a los momentos de glaciación cuyos restos resultan "escasos" en el territorio.
En febrero de 1996, durante unos trabajos de topografía en esta gruta de Uitzi, miembros del grupo de espeleología Otxola comunicaron el descubrimiento de un molar de mamut a la Sociedad de Ciencias Aranzadi y conjuntamente recuperaron, bajo la dirección de Francisco Etxeberria, dos centenares de restos más, todos ellos pertenecientes a animales de "fauna fría", que fueron inventariados por el paleontólogo Jesús Altuna.
Ahora, un equipo multidisciplinar dirigido por expertos de la Universidad del País Vasco (UPV/EHU) y de Aranzadi ha llevado a cabo un nuevo estudio en detalle de estos fósiles que ha permitido una datación directa y el estudio de sus isótopos estables de carbono y nitrógeno.
Todo ello ha aportado una nueva información sobre el clima de aquel momento en el valle de Larraun, un paso estratégico entre la cuenca del río Oria y la zona de Pamplona, en el que se enclava Mainea y donde hace unos 45 000 años rinocerontes lanudos (Coelodonta antiquitatis) y mamuts (Mammuthus primigenius) se enfrentaron a unas condiciones de frío glacial.
Los huesos analizados pertenecen a cinco rinocerontes de diferentes edades, desde lo que podría ser un feto o una cría recién nacida hasta un "individuo senil", de más de 25 años de edad, según explica el arqueólogo Manuel Rodríguez, autor principal de este estudio.
Rodríguez aclara que en el caso de los rinocerontes "se conservan fragmentos de todas las partes del esqueleto" que "están muy bien preservados", si bien los restos de mamut tan sólo corresponden a un ejemplar, de unos 30 años, del que se han recobrado cinco huesos.
El geólogo Martín Arriolabengoa, otro de los autores del trabajo, precisa que los animales "pudieron haber llegado a la cueva a través de una dolina que actuó como una trampa natural por la que los ejemplares se precipitaron" a la gruta, que se convirtió en su tumba e hizo del yacimiento un verdadero cementerio de rinocerontes.