CUMBRE DEL CLIMA EN GLASGOW
Greenpeace: "Aún no es tarde para acordar un plan de acción transformativo contra el cambio climático"
IDOIA ALBERDI ETXANIZ | EITB MEDIA
La concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera marcó un nuevo récord en 2020. A pesar de la extrema gravedad de la emergencia, el movimiento ecologista Greenpeace cree que "estamos a tiempo" de reconducir la situación. "Es una cuestión de voluntad".
Euskaraz irakurri: Greenpeace: "Ez da beranduegi aldaketa klimatikoaren aurrean ekintza-plan eraldatzaile eta zehatza adosteko"
Este domingo arranca en Glasgow (Escocia) la 26ª Cumbre del Clima (COP26) en el que líderes políticos y expertos de todo el mundo se darán cita para tratar de alcanzar acuerdos y compromisos efectivos contra el cambio climático. De este encuentro, que durará dos semanas, los movimientos ecologistas esperan "una mayor ambición" y "compromisos efectivos". Entre otras cuestiones, se va a discutir cómo van a financiar los países ricos la adaptación al cambio climático de los pobres.
Precisamente, el dato que se ha conocido esta semana ha servido para medir la magnitud de la emergencia climática: la concentración de dióxido de carbono (CO2) en la atmósfera, el principal gas de efecto invernadero, marcó un nuevo récord en 2020, a pesar de la reducción de emisiones que provocó la pandemia. Según alertó la Organización Meteorológica Mundial (OMM), la concentración se situó en 413 partes por millón en 2020. Por ello, la organización ecologista y pacifista internacional Greenpeace mira con recelo a Glasgow, aunque no pierde la esperanza. La responsable de la ONG en Hego Euskal Herria, Lorea Flores, mantiene que "aún no es tarde para que los dirigentes acuerden un plan de acción detallado y transformativo". A las puertas de la reunión, nos explica algunas claves para entender la COP26.
¿Cuáles son las principales claves de la cumbre?
Tras el acuerdo de París de 2015, es el momento político más importante para hacer frente a la emergencia climática, y es más necesario que nunca que la cumbre sea exitosa. En París se estableció el objetivo de limitar el aumento de la temperatura global a 1,5 ºC, pero los gobiernos que firmaron este acuerdo no han adoptado las medidas necesarias para reducir las emisiones a los niveles establecidos.
La situación actual exige lo siguiente: por un lado, detener todos los nuevos proyectos basados en combustibles fósiles y fijar planes ambiciosos de reducción de emisiones para reducir a la mitad las emisiones globales para 2030. Asimismo, hay que descartar la apertura de un mercado internacional de compensación de emisiones porque son un fraude y no funcionan.
Hay que cambiar eso en Glasgow. Estamos a tiempo y la COP2 puede servir para que el mundo cambie de rumbo; para ello hacen falta decisiones firmes y actuaciones rápidas.
¿Qué espera Greenpeace de esta cita?
En Glasgow deberíamos ver un compromiso real, una ambición real y una acción real. Sin lugar a dudas, en los días previos a la conferencia han faltado estas tres cosas, por lo que habrá que ver lo que ocurre.
Aún no es tarde para que los líderes acuerden un plan de acción transformador y detallado. Glasgow podrá ser una prueba de que podemos dar pasos para salvar el planeta. Sabemos lo que necesitamos y conocemos las consecuencias de la crisis climática: las causas y los impactos, las trampas y las soluciones. Si realmente estamos dispuestos a ayudarnos los unos a los otros, podemos abrir el camino a un futuro más seguro, justo y verde.
Sin embargo, gobiernos reaccionarios como los de Australia, Brasil y Arabia Saudí también viajarán a Escocia e intentarán, por todos los medios, pasar por encima cualquier intento de acuerdo.
Uno de los principales puntos de la agenda será acordar el mercado internacional del carbono. ¿En qué consiste?
El mercado de carbono es un mecanismo de compra y venta de créditos de carbono. Estos créditos están constituidos por proyectos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en una región determinada y pueden utilizarse para compensar a empresas y gobiernos que no cumplen los objetivos climáticos.
Para Greenpeace, hay que descartar la apertura de un mercado internacional de compensación de emisiones porque son un fraude y no funcionan. Es una fórmula que nos aparta cada vez más del trabajo real para reducir las emisiones.
Si se explota una central eléctrica de carbón, el carbón que se quema y el CO2 que se emite van a la atmósfera y calientan nuestro mundo. Eso es innegable. Pero luego, nos venden políticas forestales y nos dicen: "Estoy pagando para que esos árboles no se quemen, así que ahora estamos en paz". Eso no cambia en absoluto que el CO2 de tus centrales de carbón estén calentando la atmósfera, solo les permite cuadrar sus cuentas sobre un papel.
También es una cuestión de justicia. La compensación es una licencia para seguir contaminando, favorece la mercantilización de la naturaleza y permite a las empresas pudientes acceder a tierras de comunidades vulnerables con riesgo de abusos de derechos humanos.
Los sistemas de compensación excluyen a los pueblos locales y a los indígenas de la gestión de sus tierras para cultivar alimentos y preservar la biodiversidad. En resumen, la compensación tiene efectos negativos para la población y para el planeta. No podemos permitir esto.
Dotar de recursos económicos a los países más vulnerables al cambio climático también es uno de los puntos clave.
Los países ricos deben materializar su promesa de aportar 100 000 millones de dólares anuales para que los países pobres puedan adaptarse al cambio del clima y transitar hacia una energía limpia y ofrecer financiación adicional por los daños del calentamiento global.
En los peores escenarios probables que los expertos reflejan, el aumento de temperatura podría llegar a los 4,8 ºC para final de siglo. El cambio climático es un problema global que alcanza una perspectiva ambiental, política, económica y social.
En base a los criterios establecidos por la Unión Europea o el Acuerdo de París, ¿en qué medida han hecho sus deberes el Gobierno Vasco y el Gobierno de Navarra?
En Euskal Herria también necesitamos acuerdos y acciones de manera urgente. Aquí también queda mucho trabajo en el camino hacia la descarbonización y de la justicia climática y social. En la CAV, casi el 90% de la energía consumida proviene de combustibles fósiles, y en Navarra, el 80%. De momento, estamos muy lejos de los objetivos establecidos.
Asimismo, en ambas comunidades están pendientes de aprobación las leyes de cambio climático y transición energética, que tienen toda la pinta de no ser instrumentos realmente eficaces para hacer frente a la situación de emergencia que vivimos.