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Renuncia de Benedicto XVI

Las intrigas vaticanas que hicieron sucumbir al papa

D.P.

14/02/2022

El Vaticano se ha revelado como un nido de serpientes que ha devorado a Benedicto XVI.

Benedicto XVI. EFE

"Benedicto XVI tiene miedo". Esta afirmación, realizada por el alcalde de Milán, Giuliano Pisapia, al periodista italiano que destapó el caso Vatileaks, Gianluigi Nuzzi, un día después de reunirse con el papa en junio del año pasado, refleja hasta qué punto se sentía incapaz el pontífice de levantar las alfombras del Vaticano y limpiar la Santa Sede de intrigas, corrupciones, luchas de poder y escándalos sexuales.

"El Santo Padre estaba cansado de lo que veía. [...] Su Santidad se sentía incapaz de afrontar las intrigas vaticanas. [...] Ya no le quedan fuerzas para echar a los mercaderes del templo". Quien habla ahora, también ante Nuzzi, es Paolo Gabriele, el mayordomo que originó el caso Vatileaks al robar miles de documentos secretos del Vaticano "por amor al papa y la Iglesia", es decir, para que el mundo supiera lo que sucedía en la curia romana.

A pesar de la presunta buena intención de Gabriele, el robo fue al fin y al cabo eso, un robo, una traición a la confianza del papa por parte de su más íntimo colaborador, el que le ayudaba a vestirse, servía sus comidas y era el primero y el último en verle cada día.

La renuncia de Benedicto XVI fue anunciada el 11 de febrero, decisión que sacudió los cimientos del Vaticano y que justificó por su falta de fuerzas debido a su avanzada edad (cumplirá 86 años en abril).

Desde entonces, sin embargo, Joseph Ratzinger ha ido soltando pequeñas perlas que, de modo más o menos explícito, suponen una fotografía directa de las entrañas del Vaticano.

Así, dos días después de anunciar su renuncia, durante su homilía de la misa del miércoles de cenizas, Benedicto XVI cargó contra "la división en el clero" y denunció que "la falta de unidad desfiguran el rostro de la Iglesia". En el Ángelus del día 17, exhortó a "no instrumentalizar a Dios para el beneficio propio". El día 23, advirtió desde la plaza de San Pedro del "sufrimiento y la corrupción de la Iglesia". Y en su última audiencia en el Vaticano, el día 27, reconoció que durante su papado ha habido momentos "en los que las aguas estuvieron muy agitadas y el viento contrario". Testimonio directo de a quien muchos achacan una personalidad tímida y melíflua que le impide imponerse ante nadie.

(Benedicto XVI. se despidió del pontificado ante 150.00 fieles en la plaza San Pedro. EFE)

La prensa italiana asegura que Benedicto XVI decidió renunciar a la Silla de San Pedro el 17 de diciembre de 2012, tras recibir un informe de 300 páginas que guardó en su caja fuerte y que entregará únicamente a su sucesor.

Era el informe completo de la investigación del caso Vatileaks, realizada por tres cardenales octogenarios que conocen bien el funcionamiento de la curia: Julián Herranz, Jozef Tomko y Salvatore De Giorgi.

Las conclusiones de la investigación, que solo conoce Benedicto XVI, son demoledoras y desvelan la existencia de luchas de poder en el Vaticano, turbulentas relaciones sexuales, muchas de ellas homosexuales, de algunos altos dignatarios y malversaciones económicas de los 'banqueros de Dios', según ha dado a conocer el diario La Repubblica.

El informe tiene muchos protagonistas, pero entre ellos destaca el poderoso secretario de Estado del Vaticano, Tarcisio Bertone, amigo y enemigo íntimo de Benedicto XVI, a quien se acusa de boicotear los intentos de hacer limpieza en el IOR, el Banco Vaticano, para adecuarlo a las leyes internacionales contra el lavado de dinero.

Bertone llegó perseguir a Ettore Gotti Tedeschi (urdió su traslado a EE. UU.), un amigo personal del papa que fue nombrado presidente del Banco Vaticano en 2009 con el objetivo, precisamente, de husmear en las cuentas y limpiarlas de irregularidades. Tedeschi declaró incluso que temió por su vida.

Pese a que en el IOR tan solo pueden abrir una cuenta religiosos, instituciones religiosas y ciudadanos del Vaticano, la investigación de los tres cardenales denuncia que debido a su opacidad "cualquiera puede lavar dinero" en él. "Bin Laden y las mafias podrían tener dinero en el IOR", asevera, categórico, el rotativo.

(El cardenal Tarcisio Bertone, con gafas de sol. EFE)

El informe sobre el caso Vatileaks no fue, sin embargo, la primera vez en la que el papa fue alertado de los oscuros intereses de quienes rigen la Santa Sede. El arzobispo Carlo Maria Viganò, ex 'número dos' del Gobierno del Vaticano, también denunció los trapos sucios ante Benedicto XVI.

El periodista que destapó el caso Vatileaks detalla que las revelaciones de Viganò turbaron tanto al pontífice, que cada vez que se reunía con él acudía posteriormente a su capilla privada a rezar.

La curia heredada por Benedicto XVI de manos de Juan Pablo II era un nido de serpientes donde, entre pastores de Dios, convivían también conspiradores, defraudadores fiscales y maníacos sexuales. Harto de luchar contra todos, Joseph Ratzinger se marcha a un monasterio de clausura sabiéndose derrotado.