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'Mentes lúcidas y longevas', de Adolf Tobeña
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¿Cuáles son los factores que propician una longevidad autónoma y fructífera? ¿Qué puede hacerse para preservar la mente lúcida hasta las épocas postreras de la vida?.
Adolf Tobeña es catedrático de Psicología Médica y Psiquiatría de la Universidad Autónoma de Barcelona. Un hombre que, en alguna ocasión, ha reconocido que las ideas que explica “están casi prohibidas en la sociedad española actual”. Su libro “El cerebro erótico” llegó a sufrir la censura editorial. Su última publicación lleva por título “Mentes lúcidas y longevas” –editada en la colección “El Espejo y la Lámpara” de Ediciones UAB–.
Está dedicada a su padre “que en el pórtico de sus 88 años todavía gana partidas a las cartas en su club de jubilados, corrige detalles y fechas con exactitud, se zampa novelones y ensayos históricos con fruición, convive a gusto en nuevos entornos familiares y se orienta mejor que sus hijos en el monte o al buscar setas en los bosques del Solsonès".
Tobeña reconoce que el cerebro no se mantiene siempre joven y que el gran enigma es saber por qué hay ancianos enérgicos y admirables, que gozan de una vida productiva durante un tiempo muy prolongado y hasta el final de su existencia, mientras que otros se ven sumidos en procesos de deterioro ostensibles y dramáticos. Ya entre los 45 y los 50 años, y sin que curse otro trastorno, perdemos de media el 3 por ciento de nuestra velocidad intelectual, un porcentaje que alcanza el 8 por ciento a los 65 años.
Adolf Tobeña responde en su libro a preguntas de enorme calado:“¿Cuáles son los factores esenciales que propician una longevidad autónoma y fructífera?; y, no menos importante, ¿qué debe hacerse para preservar la cabeza lúcida en las épocas postreras de la vida?”. Tobeña nos habla, en primer lugar, del factor suerte: la lotería biológica explica entre el 60 y el 70 por ciento de la lucidez mental a edades avanzadas.
Desde su dilatada experiencia investigadora, Adolf Tobeña pone a nuestra disposición los conocimientos científicos actuales sobre el envejecimiento y nos explica cuáles son las pautas de desgaste cerebral; por qué en algunas regiones del mundo hay superabundancia de personas centenarias; cuánto incide en la calidad de la vejez una determinada alimentación o qué coste comportan ciertos hábitos. A tener en cuenta que:
· Se suele pensar que el cerebro está poco utilizado y que solo aprovechamos un 10% de sus capacidades, y es al revés, al cerebro humano lo hipersaturamos de rutina y acostumbramos a usarlo mucho más de lo que, en general, puede dar. Quizá, por eso, el cerebro es el único órgano que necesita dormir.
· Hay que comer entre un 3 y un 5% menos de la cantidad que nos pide el cuerpo. Se ha demostrado en animales de laboratorio que una pequeña restricción calórica proporciona, a la larga, mayor salud y longevidad.
· Jugar al dominó o a las cartas con el aliciente de ganar, charlar con los amigos, bailar o realizar ejercicio suave, en función de las capacidades físicas de cada persona, son actividades más beneficiosas para mantener una mente lúcida que jugar con una máquina a entrenar nuestro cerebro.
En el capítulo referido a la longevidad, el catedrático cuenta que no tenemos que viajar hasta lugares remotos para encontrar a las personas que han vivido más años, ya que hay datos fiables y verificables sobre longevidades muy acentuadas que nos dicen que los records mundiales están muy cerca de nosotros. Así, la mujer más longeva de la historia de la humanidad era, según Tobeña, una marsellesa llamada Juana que llegó a los 122,7 años. Por su parte, el récord mundial de longevidad masculina lo ostenta un menorquín llamado Juan, que llegó a los 114,5 años.