Heraclio Alfaro Fournier
Intrépido ingeniero y aviador que colaboró en la invención del helicóptero
Álvaro Arbina nos acerca la historia de Heraclio Alfaro Forunier en su sección 'El Armario del Tiempo'. Un vitoriano nacido en 1863, miembro de la conocida familia Fournier.
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Fournier es un apellido ilustre, muy conocido no solo en Vitoria, sino en muchos otros lugares. Lo primero que nos viene a la mente es una de esas imágenes que compartimos muchos, especialmente nuestros padres y abuelos, la de la conocida baraja de naipes 'Heraclio Fournier – Vitoria'.
Heraclio Alfaro Fournier fue miembro de esa familia, nieto del creador de naipes, y un famoso e intrépido ingeniero y aviador.
Vino al mundo en la Vitoria de 1893 y lo abandonó en el mismo lugar en 1962. Un ingeniero aeronáutico y aviador que, en aquellos primeros años de la historia de las máquinas volantes más pesadas que el aire, logró hacerse un hueco entre los más grandes pioneros. A finales del siglo XVIII llegó a Burgos un joven de origen francés llamado Francisco Fournier. Procedía de una familia de impresores, y a mediados del XIX uno de sus hijos, Heraclio Fournier, llevó la imprenta familiar, en la que ya se hacían naipes, a alcanzar altura de celebridad mundial. En su nueva imprenta de Vitoria nació el naipe español, tal y como es conocido actualmente.
A Heraclio Alfaro le gustaban más las máquinas de altos vuelos y desde niño le fascinaban los globos y dirigibles. Cuando unos mecánicos de bicicletas estadounidenses anunciaron su vuelo el 17 de diciembre de 1903, Heraclio encontró una pasión que no abandonaría nunca.
Comenzó un viaje por Europa para ampliar sus estudios y entró en contacto con la fiebre por la aviación que hervía en lejanas tierras. Tenía tan solo 17 años, en 1910, cuando probó a volar por primera vez en una escuela de Francia. Heraclio se convirtió en uno de los pioneros más jóvenes de la historia. Al año siguiente, ya con un título de piloto bajo el brazo, se inició como profesor ayudante en la novísima escuela de aviación creada en su Vitoria natal. Terminó por hacerse cargo de la escuela, y entonces comenzó a pensar en construir sus propios aviones.
El 22 de junio de 1914 voló su nave bautizada como Alfaro I, la primera de una serie de aparatos sorprendentes. El avión, un monoplano de líneas modernas, voló sobre Vitoria llamando la atención de miles de personas que contemplaban al entusiasmado piloto surcando los cielos. Alfaro tenía pasión por el pilotaje, el cálculo, el diseño y construcción de aeronaves.
Heraclio abrió un nuevo mundo al diseñar su Alfaro I, en un taller de Vitoria, con mecánicos locales y con materiales propios. Dotado de un motor Gnome 50HP, contaba con 15 metros de superficie sustentadora, casi 10 metros de cruzamen y 5,60 de hélice a cola. Llegó a volar a 125 kilómetros por hora. Llamó la atención su maniobrabilidad, su cola negativa, la robustez de su cuerpo central y, sobre todo, su original tren de aterrizaje formado por dos vigas de chapa de madera que atravesaba el cuerpo del avión y que servía además de elemento estructural pues allí se fijaban los tirantes delanteros de las alas. El aparato, de 290 kilos de peso, podía volar durante tres horas.
La industria aeronáutica se estaba consolidando en todo el mundo y Heraclio decidió ampliar su visión estableciéndose en los Estados Unidos. Entre el diseño de varios aviones mediante, en 1924 pasó a residir permanentemente en el nuevo continente. Allí pasó más de dos décadas, tiempo en el que se graduó como ingeniero aeronáutico en el MIT.