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Álvaro Arbina

Los secretos de la cueva de Ekain

Abrimos 'El armario del tiempo' de 'Boulevard Magazine', con Álvaro Arbina, para encontrar un pasaje a las profundidades de nuestra historia, hasta conocer los secretos de la cueva de Ekain.

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El año pasado se descubrieron en la conocida cueva de Ekain, cuatro misteriosos caballos, grabados en el barro de una pared prehistórica, de hace unos 15000 años. Durante milenios, han permanecido ocultos en las profundidades de estas grutas, hasta revivir hace apenas unos meses, gracias a un grupo de expertos de las universidades el País Vasco y Durham (Reino Unido).

La historia de la cueva de Ekain arranca en junio de 1968 con el descubrimiento por parte de los espeleólogos Andoni Albizuri y Rafael Rezabal de esta cueva de túneles retorcidos en la zona de Deba. Es uno de los ejemplos de arte rupestre más importantes de España, y a la altura de Altamira. Tiene representados medio centenar de animales, la mayoría del periodo magdaliense, lo que la llevó a ser designada Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 2008.

Durante años, se organizaron seis campañas de para la excavación de estos yacimientos, pero no fue hasta el año pasado cuando se descubrieron estos cuatro caballos, ocultos en una gruta profunda, tras un recodo de muy difícil acceso.

En 1969, varios miembros de la Asociación Cultural Antxieta estaban buscando e investigando distintos enclaves de ocupación prehistórica en los montes del macizo de Izarraitz. Andoni Albizuri y Rafael Rezabal eran dos de esos investigadores voluntarios que dedicaban su tiempo libre a la arqueología. Un domingo de la primavera llegaron al valle de Sastarrain siguiendo la regata del riachuelo Goltzibar. Aquel paraje les pareció un lugar idóneo para la forma de vida del Paleolítico, puesto que había abundantes pastos para las grandes manadas de herbívoros y mucha agua aportada por las dos regatas que se unen en este punto.

Empezaron a buscar alguna cueva en el entorno, fue el ama de casa del caserío Sastarrain quién les condujo a un refugio de apenas 13 metros. El 8 de junio empezaron a buscar vestigios de ocupación humana en ese espacio. Rafael sintió una corriente de aire frío procedente de un agujero. Apartaron unos bloques de piedra que les obstaculizaban el camino y se arrastraron a gatas por una estrecha galería. Al ponerse de pie, los crujidos del suelo les hicieron saber que pisaban una superficie virgen. A unos 60 metros de la entrada se encontraron frente al Gran Panel de Caballos, grupo pictórico que el etnólogo, arqueólogo e historiador francés André Leroi-Gourhan calificó como “el conjunto de caballos más perfecto del arte Cuaternario”.

Ese mismo domingo informaron de su hallazgo a los miembros de la sección de Prehistoria de la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Don José Miguel Barandiaran y Jesús Altuna llegaron al día siguiente a la cueva denominada Ekain 1. Tras estudiar las obras de arte rupestre de sus paredes, certificaron que fueron hechas hace unos 13.000-14.000 años, a finales del Paleolítico Superior, más en concreto en el período cultural llamado Magdaleniense Superior.

En ese momento se puso en marcha la iniciativa para la protección de la cueva Ekain y sus pinturas. Tras muchas y duras discusiones con distintas autoridades e instituciones, Ekain se cerró en junio de 1969, de esa forma se ganó tiempo para investigar sus imágenes y el yacimiento arqueológico. Así comenzaron esos años de excavaciones que concluyeron en 1975 y que dejaron a esos cuatro caballos olvidados hasta 43 años después.

Lo enigmático de estos grabados son su localización y su técnica. Los expertos de la universidades del País Vasco y Durham investigan ahora qué pretendían decir los habitantes de esta cueva prehistórica de Ekain con grabados tan insólitos. ¿Por qué fueron pintados en un recodo de una gruta de difícil acceso y utilizando una técnica muy poco frecuente?

Por lo que se sabe respecto al arte rupestre, las pinturas se implantaban habitualmente en zonas cercanas a la cueva o en lugares no escondidos, seguramente para ser fácilmente visualizados y de un acceso no restringido. Daban una dimensión simbólica a las arquitecturas naturales, tal y como se ha hecho después y hoy en día con muchos espacios religiosos.

Las cuatro figuras que se han hallado ahora fueron hechas directamente con los dedos en la arcilla por los ocupantes de la gruta, algo que no es frecuente en este tipo de cuevas, ya que la mayoría de las existentes en el mundo fueron grabadas con instrumentos de piedra o pintadas con ocres. Lo curioso es que buscaran una pared de barro tan remota, y que cambiaran sus técnicas pictóricas habituales para poder dejar su impronta, porque el tallado o la pintura es difícil que perduren en superficies arcillosas. Según los expertos, esos significa que querían decirnos algo. El problema es el qué.

Gracias a los últimos avances técnicos, en las dataciones más recientes de todo el mundo se ha podido emplear el método del uranio-torio. Los investigadores analizan muestras de unos pocos miligramos de carbonato de calcio tomado de la superficie de las pinturas rupestres. Cuando se forman estos materiales por precipitación, se acumulan trazas de uranio, que decae a torio a un ritmo conocido. La proporción de estos dos elementos químicos desvela la edad precisa de la muestra.

Se desconoce con exactitud la fecha de los dibujos, pero los expertos consideran que son del periodo Magdaleniense, conocido por ser muy templado y húmedo; es decir, una etapa que ocupa entre 17.000 y 13.000 años de nuestra era. Sin embargo, la gruta fue ocupada de forma no continuada entre hace 42.000 y 5.600 años por nuestros antepasados los Homo Sapiens, aunque hay indicios en zonas más profundas de la gruta que evidencian un hábitat de, Homo neanderthalensis. Que por cierto, es la especie autora de la obra de arte rupestre más antigua descubierta hasta ahora. A principios de 2018, saltó a los medios que esta especie extinguida es la autora de unas enigmáticas pinturas realizadas en tres cuevas españolas hace 65.000 años. Entre ellas unas misteriosas escaleras pintadas en la cueva de la Pasiega, en Cantabria.

Estamos hablando de las obras de arte más antiguas que se conocen en el planeta. Las implicaciones del descubrimiento son descomunales. Es la primera prueba irrefutable de que los neandertales, extinguidos hace unos 40.000 años, tuvieron lenguaje, cognición avanzada y pensamiento simbólico, algo que se negaba hasta hace no mucho.

Volviendo a nuestra cueva de Ekain, su mayor época de ocupación fue cace unos 11.000 años. Durante el Magdaleniense aparecieron instrumentos en hueso para la caza y numerosos útiles en piedra, algunos de cristal de roca (puntas, raspadores, buriles…). Pero todo cambia mil años después cuando se produce un brusco abandono de la gruta, cuyas razones se desconocen. Así que durante milenios la cueva se dejó de frecuentar con asiduidad y no fue hasta hace 5.600 años, cuando los grupos humanos que ya conocían la agricultura, la ganadería y la cerámica la convirtieron en lugar de enterramiento.

Ekain y descubrimientos como el de la cueva de Pasiega, forman parte de un fenómeno global de las comunidades cazadoras-recolectoras que habitaron el suroeste de Europa durante el Paleolítico superior. Tiene un valor excepcional y sin duda universal.

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