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Alvaro Árbina

Los indígenas de Terranova saludaban en euskera en el Siglo XVI

Radio Euskadi

La influencias del euskera es notable en las costas de Canadá. Cuando los franceses llegaron en el S. XVI a Canadá pensaron que eran los primeros, pero había "más de mil vascos pescando".

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Álvaro Arbina nos retrotrae al S. XVI en la sección El armario del tiempo cuando el explorador y navegante francés Jacques Cartier alcanzó las costas de Canadá tras un largo viaje por el océano Atlantico. Se creían los primeros europeos en pisar aquellas remotas tierras. Clavaron una gran cruz y las bautizaron con el nombre de Terra Nova, reclamándolas para la corona francesa. Días después, cuando empezaron a explorar la costa y las numerosas islas de la zona, dibujando mapas detallados, Jacques Cartier anotó en sus cartas algo que nunca había imaginado. Si hoy las leemos encontramos un sorprendente hallazgo: “En aquellas aguas remotas encontré a más de mil vascos pescando bacalao”.

Siempre ha corrido el mito de que los balleneros vascos y otros pescadores procedentes de poblaciones del litoral cantábrico habían viajado a Terranova (Canadá), en torno al año 1375, mucho antes de que lo hiciera Cristóbal Colón. Aunque no existan evidencias historias que lo afirmen, es una posibilidad que no se puede descartar. Lo que está claro es que pescadores vascos dejaron una profunda huella en la zona noroeste de Canadá. 

Según la versión más estricta del mito, estos intrépidos pescadores arribaron en Terranova hacia 1375 y decidieron guardar el secreto para evitar compartir con otras flotas los prodigiosos caladeros de la zona. A parte de los diarios de Jacques Cartier y de sus anotaciones sobre esos apacibles pescadores vascos que ya estaban allí cuando arribaron, también hay constancia de que cuando los exploradores franceses entraron en contacto con los indígenas de Terranova, éstos les saludaron con la fórmula «Apezak hobeto!» Es decir: “¡Los curas mejor!”, una frase habitual entonces que los marineros vascos usaban a modo de respuesta si alguien les preguntaba por su salud. 

Es una evidencia. No hay dudas respecto a esto. Hay una enorme huella de la lengua vasca en los idiomas de los pobladores de la Isla de Terranova desde el siglo XVI. Lo podemos apreciar en muchos de los nombres actuales de ciudades y otros lugares de Terranova. Tenemos, por ejemplo, la ciudad Port-aux-Basques, que está ya presente en mapas de 1612; Port-au-Choix es una desfiguración de portutxoa «puertecito»; y Ingonachoix (Aingura TXarra) que se traduce como lugar de «mal anclaje».

Su presencia se extendió hasta tal punto durante los siglos XVI Y XVII, que las factorías vascas repartidas por las costas de Terranova, Labrador y el golfo de San Lorenzo llegaron a reunir hasta diez mil personas en algunas temporadas y constituyeron la primera industria en la historia de América del Norte. En 1788 el presidente estadounidense Thomas Jefferson dejó para la Historia una frase que lo deja bastante claro: “Los vascos lo empezaron”. Refiriendo a que estos intrépidos marinos descubrieron al mundo conocido de entonces la técnica de la caza industrial de las ballenas. La colaboración con los nativos mikmaq y beothuk, que trabajaban para los vascos a cambio de pan y sidra, permitió un intercambio cultural que ha sobrevivido parcialmente hasta nuestros días.

Durante aquellos años, la población de las ballenas quedó tan diezmada que casi rozó la extinción. Acabaron salvándose y hoy gozan de una mejor salud como especie. Su fortuna no radicó en la benevolencia humana. Simplemente dejaron de tener una grasa tan valiosa. Se hallaron otros combustibles más eficientes que explotar. 

 

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