Reportaje
La pandemia pone en evidencia el hartazgo de muchas personas con su modo de vida
O.V. | EITB Media
Cuatro millones y medio de norteamericanos dejaron sus puestos de trabajo en noviembre pasado en busca de una nueva vida. En Euskadi también ha habido gente que ha decidido dejarlo todo y comenzar una nueva vida.
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El fenómeno conocido como "La gran dimisión" en Estados Unidos ha marcado todo un hito. Cuatro millones y medio de norteamericanos dejaron sus puestos de trabajo en noviembre pasado. Es un récord absoluto en la historia de Estados Unidos. Pero es que un mes antes, en octubre, fueron 4'2 millones, en septiembre 4,4. El fenómeno se ha repetido e incrementado desde prácticamente los primeros meses del año pasado. Este fenómeno fue incluso anunciado previamente por el economista Anthony Klotz, profesor de Economía de la Universidad de Texas, que en 2020, aventuró lo que iba a pasar al año siguiente, e incluso fue él quien le puso el nombre de "The Great Resignation", la "gran renuncia" o la "gran dimisión". Los sectores más afectados son el hoteleros o el de la salud. Son cifras un 50 % mayor que en 2020, pero también un 15 % mayor que en el 2019, cuando no había pandemia. Una encuesta de Gallup dice que el 48 % de los estadounidenses tiene en mente la posibilidad de cambiar de empleo. La situación ha provocado que ahora mismo en Estados Unidos haya más de diez millones y medio de empleos sin cubrir.
De momento esto de dejar el trabajo de una manera masiva por la pandemia no está sucediendo en Euskadi, pero si que ha habido gente que ha decidido dejarlo todo y comenzar una nueva vida cansados de la rutina. Es el caso de Janire Etxebarria, enfermera de profesión que se ha marchado a Menorca en busca de un nuevo modo de vida.
También es el caso de Enrique Lolo, que dejó su trabajo en una oficina para emprender una nueva vida en Costa Rica. Tras no encontrar lo que buscaba en Centro-América partió hacia Asia, estuvo en países como Vietnam, Sri-Lanka pero nada de nada... acabó regresando a casa a Euskadi. Según ha contado Enrique en "Boulevard" de Radio Euskadi, llevaba "una vida enclaustrada" y se fue en busca de otro modo de vida, pero Costa Rica también es un país caro y tenía que pelear mucho en el día a día para salir adelante por lo que decidió marcharse a Asia, puesto que es más asequible. En Sri Lanka montó un albergue que estuvo en funcionamiento durante 6 meses pero al final decidió volver a Euskadi, porque "cada día era una pelea distinta". Aunque no oculta que ha sido una vuelta "complicada", su modo de ver la vida ha cambiado y da valor a cosas como el tiempo, mientras deja claro que no se arrepiente de sus viajes porque las experiencias vividas ya forman parte de su ser.
Otros como Iker Villasanta no necesitan marchar fuera para cambiar de vida. Iker dejó su puesto como profesor de autoescuela para emprender una nueva vida como baserritarra, ya que vio la "oportunidad de crear algo nuevo". Él vivía en un caserío de alquiler en Errigoiti y le costaba mucho tener que bajar a Bilbao a trabajar, por lo tanto, primero se hizo un caserío y después montó la explotación agrícola. Ahora vive "mucho más contento" pero también trabaja mucho más, pero está en su casa y no echa en falta su vida anterior.