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REDES SOCIALES

¿Cómo combatir los discursos de odio y el acoso en las redes?

"Aunque sea complicado de perseguir, recomiendo que se denuncie" dice el abogado Jorge Campanillas. Sumamos sus reflexiones a las del lingüista Dámaso Izquierdo y la periodista de Pikara Magazine, Teresa Villaverde.

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¿Son los discursos de odio una epidemia que se propaga sin control en las redes sociales? Jorge Campanillas, abogado especialista en Derecho de las Tecnologías de la Información y Comunicaciones, reconoce que "no es sencillo perseguir los delitos que se pueden producir" en entornos virtuales. En todo caso, "tenemos que ser conscientes de que lo que hacemos tiene una repercusión; que insultar o amenazar a una persona no sale gratis".

Identificar al autor o autores del presunto hecho delictivo es una de las principales dificultades, ante el uso habitual de perfiles anónimos. Tampoco determinar el alcance del daño es sencillo. El perjuicio -explica Campanillas- más que por el número de mensajes recibidos, se puede medir por los cambios que ese hostigamiento provoca en los hábitos diarios de la persona acosada.

"La realidad es que la mayoría de personas no denuncia porque no confían que vaya a llegarse a nada", subraya la periodista de Pikara Magazine Teresa Villaverde. Compañeras de medio y activistas, como Alicia Murillo e Irantzu Varela, han sufrido en carne propia las consecuencias de campañas de acoso orquestadas.

¿Qué entendemos por odio en las redes?

No hay una definición universalmente aceptada de discurso del odio. "Cuando hablamos de odio en este contexto no nos estamos refiriendo a la emoción que legítimamente puede sentir una persona hacia otra, en un momento determinado, por diferentes acciones, sensaciones o percepciones que puede tener", señala el lingüista Dámaso Izquierdo. Tratándose de "un concepto que procede del ámbito jurídico", el papel de los lingüistas pasa por "tratar de ofrecer guías para que esa definición sea precisa, clara y operativa a la hora de aplicarla a casos concretos".

No se puede partir, en ningún caso, "de un listado de expresiones o palabras que, de manera inequívoca, nos van a detectar amenazas u odio" ni pensar que el discurso de odio utiliza solo "un lenguaje muy extremo". No es infrecuente, explica Izquierdo, "que se introduzcan elementos lingüísticos con una función atenuadora, precisamente porque muchas veces ese usuario es consciente de los riesgos que tiene la publicación de ese texto".

 

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