El Gayarre: "Un teatro para toda la ciudad, para todos los gustos y todas las tendencias"

Aunque con el paso de los años han ido surgiendo en Pamplona diferentes espacios donde se puede disfrutar de obras teatro, ópera, grandes musicales o conciertos, el Teatro Gayarre sigue siendo "imprescindible": Un lugar de referencia, "especialmente acogedor", en palabras de la directora Grego Navarro, que "tiene la fortuna de estar en el corazón de la ciudad". Su carácter municipal le convierte, además, en un teatro "que trabaja para toda la ciudad, para todos los gustos y todas las tendencias culturales y artísticas", sin olvidar los centros de enseñanza, los colectivos sociales o grupos amateurs.

El dramaturgo Víctor Iriarte compara el ambiente acogedor del Gayarre con "el cuarto de estar". El también crítico y periodista ha sido el encargado de condensar en una hora los 90 años de actividad del teatro. 'Crónica de un aniversario. Teatro Gayarre 1932-2022' ofrece un recorrido sentimental por la historia del edificio, los espectáculos más recordados y el plantel de artistas que han pasado por su escenario. Como parte de las memorias del Gayarre, Iriarte recuerda que, desde su construcción en 1932 hasta 1998, "estuvo gestionado por una empresa privada que, mayoritariamente, exhibía cine". "La recuperación del teatro para la ciudad y la creación de la Fundación Municipal Teatro Gayarre avivó el entusiasmo de los pamploneses" por este espacio. La propia Grego Navarro fue una de las personas que, en su día, "fue a protestar para pedir la reversión del teatro".

Para conmemorar su 90º aniversario el Gayarre tiene previsto abrir una cápsula del tiempo donde las personas que estén interesadas podrán depositar mensajes, objetos y otros elementos representativos sobre este momento actual o sobre lo que este teatro supone o ha supuesto en sus vidas. El propósito es conservar el contenido con todo el cuidado y mimo posibles para extraerlo de la cápsula dentro de 10 años y exhibirlo con motivo del centenario.

Larga vida al teatro. Larga vida al Gayarre.