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MEDICINA PENITENCIARIA

"En estos momentos en Zaballa la atención médica, tanto física como mental, es superior a la de la calle"

Antonio Errasti, psiquiatra jubilado de la cárcel alavesa, pide prisiones más humanizadas y recuerda que entre el 50 y el 60% de la población reclusa tiene un trastorno mental por abuso de sustancias.

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Antonio Errasti llegó de casualidad al servicio médico de la actual cárcel de Zaballa, en Nanclares de Oca. Era 1985. Y hoy, ya jubilado, reconoce que los internos le dieron "mucho más" de lo que él les ofreció como psiquiatra. Vivió en primera mano el hachazo de la heroína, del SIDA y de la hepatitis C. También el paso de una prisión a otra, mucho más moderna, "más tecnificada", pero también "más deshumanizada", advierte. "Que hasta los patios sean sólo de cemento es durísimo", reflexiona. Y eso no ayuda a luchar contra los prejuicios y el estigma que acompañan a los centros penitenciarios y a quienes los habitan. Ni tampoco ayuda en el proceso de rehabilitación: "Algunos presos reconocen fuera que la cárcel les vino bien porque les hizo parar y reflexionar, pero en general, la cárcel es muy poco rehabilitadora. Siempre se ha tenido por un lugar apartado al que van los marginales". Pero "cualquiera", advierte, "puede acabar en prisión". "No es nada complicado", añade.

Permeable a la realidad externa, recuerda que a la cárcel siguen llegando las drogas. Y eso, unido a las condiciones de reclusión, hace que "entre un 50 y un 60% de la población penitenciaria tenga un trastorno mental por abuso de sustancias". "La cárcel es patológica per se porque el ser humano no está hecho para vivir de esa manera", subraya. Se requieren tiempo y medios para ayudar en estas adicciones. Afortunadamente, los recursos han mejorado. Y hoy aplaude la profesionalidad, dedicación y vocación del actual equipo de atención médica de Zaballa. Hasta el punto de que, asegura, "en estos momentos, la atención médica mental y física es superior a la de la calle".

Apasionado de la medicina, lamenta los problemas que atraviesa la profesión. Y especialmente, la atención primaria, "la base" de la medicina "que está siendo desprestigiada de manera increíble". Problemas que dice, llevan años sobre la mesa, y que con la pandemia se han visibilizado. Años con muy pocos nuevos médicos y unas notas de corte "altísimas" para acceder a la carrera. Y eso, considera,  "es un error total". "Se ha presumido mucho del sistema público y se ha visto que no es tanto como se nos ha querido hacer ver", advierte. Pide, junto a un criterio de acceso menos exigente, "formación humanista". "Es muy científica, pero la parte humanista de la medicina es clave y se está perdiendo un poco", apunta. "Al final un médico-reflexiona- tiene una persona enfrente. Y hay que pasar de la empatía a tener compasión, a pensar de que manera puede ayudar".

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