"El objetivo de 'Verbolario' es crear un cortocircuito en el lector, que se salga de su programa cerebral"

El escritor y cineasta Rodrigo Cortés dice que el humor "ni siquiera es divertido siempre", que "hay que diferenciar entre humor y comedia", y que "humor y poesía tienen mucho que ver" porque ambas proponen "un cambio de ángulo que te permite ver lo mismo pero con otros ojos". Y ese es, precisamente, el objetivo de Verbolario, la recopilación en formato libro de las redefiniciones de palabras que día a día, durante 7 años, ha lanzado al público a través del diario ABC. "El objetivo es crear un cortocircuito en el lector -explica-, que durante unos instantes se salga del todo de su programa cerebral y que le obligue a dar una pequeña vuelta a la manzana antes de que su cerebro recupere la marcha". Forzarlo, insiste, a mirar desde otro ángulo, "para descubrir algo que creía que le estaba vedado, pero que siempre estuvo dentro de él".

Convencido de que cuando tratas de descubrir el significado oculto de las palabras, "al final siempre es el contrario al oficial", asegura que Verbolario no busca transmitir verdades absolutas, pero que "es difícil enfrentarte a cualquiera de sus páginas y no darte cuenta de que, de alguna manera, conecta con tu propia visión sobre las cosas". Quizás por eso define el libro como un "anti-diccionario" que busca generar "una vibración, una música" en el lector.

Un objetivo que también traslada, de alguna manera, a sus películas. El director de Buried, Concursante, Luces Rojas o El amor en su lugar, entre otros filmes, tratar de convertir las películas "en experiencias físicas, que afecten incluso sensorial y físicamente al espectador". Y en este sentido, no duda en proponer un nuevo enfoque para la atmósfera traumática y asfixiante que crea en Buried: "Buried a su manera es una posible comedia de alguien que trata de cambiar de compañía de móvil y se encuentra con que alguien se lo pone muy difícil y que habla con un call center que le dice 'pulse uno y pulse cero' y que le convierte en el problema de otro lo antes posible".

Preguntado por el estado de salud del cine, Cortés reconoce la difícil situación, pero a la vez que "está mostrando que es duro de matar". Y ante la presión y responsabilidad de los estrenos y de la recaudación en taquilla, un mensaje a sí mismo: "te tienes que recordar para qué hacer las pelis". La película, subraya, "se tiene que mantener en una estantería un año, dos o diez", y lograr que alguien que la vea dentro de diez años la considere "que sigue estando bien".