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Idoia Labayen: "En el ayuno intermitente hay mucha moda, pero poca evidencia científica"

Responsable del proyecto Extreme, Labayen advierte de que aunque los estudios prueban que ayuda a regular el hambre, no se debe aplicar en casos de diabetes, y de que al conllevar pérdida de masa muscular, podría hacernos más vulnerables a la recuperación de peso.

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El ayuno intermitente está de moda. Lo promueven influencers, famosos y también científicos. Pero la evidencia científica no es concluyente. Existen en el mundo cerca de 200 estudios centrados en el impacto del ayuno intermitente en el bienestar, el deporte, o el tratamiento de determinadas enfermedades. Pero no son de alcance suficiente en tiempo de estudio y en población analizada. La Universidad Pública de Navarra y la Universidad de Granada desarrollan conjuntamente el proyecto Extreme, centrado en evaluar el impacto que tiene la restricción horaria de la ingesta en el tratamiento de la obesidad. Los resultados son aún preliminares, según nos cuenta su responsable, la profesora Idoia Labayen. Hay pérdida de peso, dice, pero también efectos adversos en algunos participantes, como migrañas e hipoglucemias. Preocupa a su vez la pérdida de masa muscular, "que es precisamente la que nos previene de la ganancia de peso futura, que es la quema calorías", nos dice, "y eso nos hace más vulnerables a recuperar peso después".

Por eso, Labayen insiste en subrayar que "cualquier persona no puede hacer cualquier tratamiento; ni este ni ninguno". Supervisión, remarca, porque hay contraindicaciones claras. "No sabemos si funciona y además hay riesgos", advierte. Por ejemplo, explica, "no se debe hacer con diabetes porque puede llevar a la hipoglucemia". Tampoco parece aconsejable utilizarlo como una herramienta para mejorar el rendimiento deportivo. ¿Es compatible el ayuno intermitente con el deporte y en una persona con una patología previa?. Es una pregunta sin respuesta clara aún por parte de la ciencia.

No parece que la respuesta para conseguir beneficios en el metabolismo sea ajustar los horarios de ingesta y descanso a los ritmos circadianos. Y menos en países como España, en los que se prolonga hasta muy tarde la vida laboral, social y familiar. "Parece que la respuesta podría venir de dejar descansar al organismo más horas", porque es por la noche "cuando consumimos más energía, se producen los cuerpos cetónicos y ellos podrían ayudar a regular la sensación de hambre y de saciedad". Y es ahí, precisamente donde empieza a verse la luz, explica Labayen, en los efectos del ayuno intermitente sobre la regulación del hambre. "Pero nos queda mucho por delante", advierte. Por ahora, concluye, "en el ayuno intermitente hay mucha moda, pero poca evidencia científica".

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