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Prisiones vascas

¿Cómo es la vida en nuestras cárceles?: Analizamos el día a día en el Centro Penitenciario de Álava

Imanol Elezgarai | EITB Media

Tratamos de conocer la vida en prisión en nuestro entorno más cercano, analizar qué supone cumplir condena en un centro como el Centro Penitenciario Araba. Hablamos de rutinas, de protocolos, pero también de rehabilitación y segundas oportunidades con su director, Benito Aguirre.

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"La gran mayoría de la población reclusa hace las cosas bien" y por ese motivo pasan "sin pena ni gloria" para la opinión publica, que solo conoce casos delictivos o tiene una idea de la prisión construida por productos televisivos o el cine. Las cosas son muy diferentes en las prisiones vascas, según Benito Aguirre, el director del Centro Penitenciario Araba. La vida de un director de prisiones es muy intensa, asegura, porque hay cosas que hacer las 24 horas del día. Dentro de los muros de la prisión interactúan muchos grupos humanos, "con objetivos e intereses diferentes" pero que conviven en una armonía mayor de lo que la gente imagina. 

Uno de los grupos humanos de la prisión es la población interna. "Es un grupo muy heterogéneo". Una de las carencias de este grupo son las carencias relacionadas con e delito que han cometido. Esas carencias nos permiten asignarles, dentro de su programa de tratamiento, a otros internos que les apoyen o les guíen en ese aspecto de la vida en el que tienen esa carencia.

Dentro de la prisión hay gente que trabaja, y cotiza a la seguridad social por ello, y otros reclusos que no pueden o no desean hacerlo. Estudiar también es una posibilidad, hay niveles de primaria y secundaria, y con la UNED y la UPV-EHU para realizar estudios universitarios. Los intereses de los reclusos varían mucho dependiendo de su situación vital. Hay unas 40 personas realizando carreras universitarias en el centro, en su mayoría estudiando titulaciones de lo social o ciencias jurídicas. A cambio de su trabajo las personas presas tienen posibilidad de acceder a unos recursos económicos que les permiten satisfacer sus necesidades, y al mismo tiempo dentro la intervención tratamental el acceso a la actividad laboral es fundamental para crear hábitos y motivarles para un futuro acceso a la actividad laboral.

El gran reto que enfrentan las prisiones vascas, es el de la juventud de los reclusos. Al rededor del 20-25% de los reclusos son personas muy jóvenes, de una franja entre los 18 y los 22 años. "Son gente que ha nacido en el momento y el entorno equivocado, en muchas de las ocasiones, con las cartas marcadas". Personas que han pasado por centros de menores, y que al cumplir la mayoría de edad terminan en prisión. La mejor medida para solucionar esta problemática es la prevención. "Es cómodo, liberador, pensar que los centros penitenciarios son problemáticos, pero en estos centros se gestionan los problemas, los problemas están realmente fuera, vienen de fuera, la gente entra muy dañada". Los centros penitenciarios surgen de la sociedad, "los internos no vienen de Marte, vienen de nuestras calles".

Según Aguirre la situación en los centros penitenciarios ha mejorado muchísimo en las últimas décadas.: "Estamos muchísimo mejor, pero eso no quiere decir que estemos bien". Los centros penitenciarios no son centros tóxicos, dice, son espacios "saludables". Lo que es duro es la privación de libertad, no las condiciones en que la cumplen. Son espacios donde las personas hacen su vida, pero a diferencia de hace unos años la estancia en la prisión no es un paréntesis en la vida de nadie, es una etapa: "muchos de los que ingresan tienen la oportunidad de estudiar o acceder a un trabajo por primera vez".

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