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Imanol Ituiño

Magos que devoran personas

En los siglos XVII y XVIII, muchos ilusionistas callejeros amenazaban con comerse a un semejante.

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El público se lo tomaba a broma. La gente se acercaba, veía el espectáculo y el mago de turno anunciaba cada cierto tiempo: "hoy, para finalizar la sesión, me comeré a un espectador vivo". Para demostrarlo, pedía voluntarios. Normalmente, siempre había alguien que se animaba a salir al escenario.

El mago sacaba un salero de su bolsillo, le remangaba la manga al espectador, le echaba sal en el brazo y le daba un buen mordisco. A lo que el espectador gritaba de dolor y le apartaba el brazo. El resto de la historia, con nuestro mago Imanol Ituiño que no se come a nadie.

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