'La obra pretende ser un espejo en el que el público se contemple'

Imaginemos una historia. La historia de un hombre de 70 años, Román, que está profundamente deprimido por la muerte de su esposa. El anciano sufre dependencia física y sus tres hijos se turnan para acompañarlo las veinticuatro horas. Después de tres meses, los hijos están agotados y, mientras esperan plaza en una residencia, deciden emplear a una inmigrante irregular, Julieta, por consejo del párroco del barrio, a pesar de que Román siempre se ha negado a que nadie que no sean sus hijos lo cuide.

Imaginaos esta historia e imaginaos que Román y Julieta se enamoran. Y que entonces los hijos estallan y su estallido les lleva a enfrentarse con su pasado, con sus frustraciones y rencillas y, sobre todo, con el autoritarismo de un padre en plena decadencia. Y les lleva también a no comprender ese amor, lo que derivará en codicia, orgullo, intransigencia, prejuicios y miedo: una ceguera total que parece encaminarse a una tragedia al estilo de las de Shakespeare.

Esto es lo que cuenta la compañía Borobil Teatroa en una obra titulada, a la manera sespiriana, Roman eta Julieta/Román y Julieta que desde el jueves al domingo se va a representar en euskera y castellano en el Principal de Donostia. Han estado con nosotros tres personas muy conocidas del teatro vasco e incluso de la televisión, Anartz Zuazua, el director de la obra, y Ainhoa Aierbe y Alazne Etxeberria, dos de sus actrices.