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Día del lavado de manos

Ignacio Semmelweis o la conjura de los necios

El microbiólogo Guillermo Quindós explica la historia de Ignacio Semmelweis que, en 1846, fue el primer médico que recomendó, sin éxito, el lavado de manos para evitar infecciones en hospitales

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Cada centímetro cuadrado de nuestras manos alberga, aproximadamente, unas 7.500 bacterias, de unas 150 especies diferentes. Una de las medidas más efectivas para reducir las tasas de infecciones prevenibles en los centros sanitarios de todo el mundo es el lavado de manos con agua y jabón. Según recuerda la Organización Mundial de la Salud (OMS), la adopción del hábito de lavarse las manos con agua y jabón, antes de comer y después de hacer la deposición, puede evitar casi la mitad del número de muertes por diarreas, y casi la cuarta parte de las muertes por enfermedades respiratorias agudas.

Guillermo Quindós, catedrático de Microbiología de la UPV-EHU, explica la historia de Ignacio Semmelweis, médico austríaco que, en 1846, fue el primero que recomendó el lavado de manos para evitar infecciones en hospitales. No tuvo éxito y su destino fue terrible. El tiempo le ha dado la razón.

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