Historia de la ciencia
Grandes mujeres en la historia de la ciencia (III)
E.C. | radio Euskadi
Conocemos las figuras de la zoóloga Temple Grandin, las químicas Marie Merdrac y Stephanie Kwolek, la astrónoma maría Cunitz, la inventora Mary Anderson y la pedriatra Virginia Apgar, entre otras.
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Este podcast reúne algunas de las colaboraciones de Marta Macho, responsable del blog Mujeres con Ciencia en el programa La mecánica del caracol, de Radio Euskadi.
El jesuita Sabino Maffeo (1922), archivista y asistente del director del Observatorio del Vaticano, descubrió la identidad de cuatro personas que habían realizado considerables aportes a la astronomía. Eran cuatro mujeres: Emilia Ponzoni, Regina Colombo, Concetta Finardi y Luigia Panceri, cuatro hermanas de la orden de Maria Bambina. Entre los años 1910 y 1921, y con ayuda de microscopios y placas fotográficas, las cuatro hermanas anotaron la localización y la luminosidad de 481.215 estrellas.
Virginia Apgar fue anestesióloga, pediatra y profesora en Columbia y dedicó su vida al estudio de los efectos de la anestesia en mujeres embarazadas y las razones de las muertes prematuras de los bebés. Pero lo que la hizo mundialmente famosa fue un test que lleva su nombre y que a día de hoy continúa aplicándose en los protocolos de partos en todo el mundo.
Temple Grandin es una eminencia en conducta animal, y también es una de las primeras personas con espectro autista que ha compartido públicamente su experiencia personal.
Stephanie Kwolek inventó uno de los polímeros más importantes que existen. El material que ha salvado miles de vidas en todo el planeta y una de las fibras más utilizadas en aplicaciones tan distintas como la aeroespacial o la construcción: el Kevlar®.
Mary Anderson fue una promotora inmobiliaria y viticultora estadounidense, y también la inventora del limpiaparabrisas.
Marie Meurdrac fue una alquimista y química francesa conocida fundamentalmente por su obra La chymie charitable et facile, en faveur des dames –Química caritativa y fácil para mujeres– publicada en 1666, uno de los primeros textos sobre química y farmacéutica escritos por una mujer y destinado a mujeres.
María Reiche dedicó su vida a la investigación y conservación de las líneas de Nazca, declaradas Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1995.
María Cunitz, autora de fue aclamada en su tiempo como la mujer más sabia en astronomía tras Hipatia de Alejandría. Su principal obra –escrita en alemán y latín– fue Urania Propitia. La escribió durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648). Llevan su nombre el cráter Cunitz de Venus y el planeta menor 12624 Mariacunitia.
La química Karen Wetterhahn estaba especializada en los efectos de los metales pesados sobre la salud. Falleció debido a una exposición accidental al compuesto orgánico dimetilmercurio: los guantes de la época no consiguieron aislar el compuesto tóxico que penetró rápidamente en su piel. Tras este fatal accidente, la comunidad química ha reemplazado el dimetilmercurio como patrón para las medidas de resonancia magnética nuclear por el tetrametilsilano.
Jude Milhon fue una famosa hacker que animó a otras mujeres a unirse a la cultura cibernética que comenzaba a expandirse en la década de 1970 en EE. UU., acuñando el término de cypherpunk –uniendo cifra y ciberpunk– para denominar a las personas defensoras de la privacidad digital.