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Ciencia

Estudios del pasado: denisovanos, el registro paleoclimático de estalagmitas de Ostolo y un sudario egipcio

Recorremos a través de varias historias el nuevo hallazgo de un resto denisovano en la meseta tibetana, el estudio del clima de 19.000 años que se realiza en espeleotemas de la cueva navarra de Ostolo, el análisis del sudario pintado de una momia egipcia y de daños en el esqueleto de los escribas.

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Se suma una nueva pieza a los escasos restos que hay en el registro fósil de los denisovanos, una especie de humanos identificada por primera vez en Siberia y que se cree vivió en gran parte de Asia. Como ocurrió con los neandertales, se cruzaron con los recién llegados humanos modernos y desaparecieron.  La cueva de Baishiya se encuentra a 3.280 metros de altitud, cerca de la ciudad china de Xiahe, en la meseta tibetana. En este lugar vivieron durante más de 100.000 años los denisovanos. Incluso ha aparecido una costilla de uno de estos individuos, en una capa de sedimento que data de hace entre 48.000 y 32.000 años. De los pocos fósiles denisovanos que existen, éste es el más reciente.

El XI Congreso Geológico de España ha reunido en Avila a cerca de 700 especialistas en Ciencias de la Tierra, entre ellos el profesor de la UPV-EHU Martín Arriolabengoa, coautor de varios de los trabajos presentados en el Simposio de Cuaternario Ibérico. La cueva navarra de Ostolo ha sido el escenario de investigaciones realizadas por este grupo. El estudio de espeleotemas en esta cueva permite reconstruir información climática de los últimos 19.000 años.

El químico Oscar González, Kimikarte, nos invita, por su parte, a descubrir otras cosas que los modernos métodos de análisis pueden hacer para investigar el pasado. Gracias a técnicas como la tomografía computarizada, una momia egipcia, de unos 2000 años de antigüedad, ha revelado detalles inapreciables a la vista. El sudario con el que fue enterrado esta mujer estaba pintado y se ha podido establecer con qué motivos decorativos y pigmentos.

Los escribas egipcios del tercer mileno antes de nuestra era permanecían sentados o arrodillados con las piernas cruzadas durante períodos prolongados, eso y las labores repetitivas relacionadas con la escritura y el ajuste de las plumas de junco, provocaron en estos funcionarios una sobrecarga extrema de las regiones de la mandíbula, el cuello y los hombros.

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