Malpensando
James Randi.In memoriam
Roberto Moso
Jose Antonio Pérez glosa la figura de James Randi, azote de supersticiosos.
Your browser doesn’t support HTML5 audio
Esta semana ha fallecido, a los 92 años, James Randi, un nombre que seguramente no les dice nada. Sin embargo, Randi era una estrella en lo suyo, y más de una vez se dejó caer por Euskadi, donde tenía varios amigos y admiradores. Randi era un ilusionista, pero uno muy particular. Allá por los años 60 se cansó de sacar conejos de chisteras y decidió emprender una cruzada contra una variante muy concreta de estafadores: aquellos que decían tener poderes especiales. En esa etiqueta cabían y caben desde los astrólogos hasta los futurólogos, pasando por los mentalistas y toda clase de curanderos. Randi consideraba que la superstición hace nuestras sociedades menos libres y que, por norma general, se aprovecha del eslabón más débil de la cadena. Quería desenmascararlos y se le ocurrió una manera de lo más elegante. Se inventó un concurso, con bases ante notario, al que llamó El Desafío del Millón de Dólares. Si alguien era capaz de demostrar poderes sobrenaturales bajo una férrea supervisión científica, el dinero sería suyo. Nadie lo consiguió en sesenta años, y supongo que, con la muerte de Randi, el premio puede considerarse desierto. El ilusionista ha fallecido en plena escalada de la superchería y la pseudociencia. Alguien como él nos vendría bien ahora mismo. A veces es una pena que no existan los fantasmas.