NATURALEZA
El Alimoche común, el buitre sabio
El alimoche común, uno de los buitres más peculiares que conserva la ornitofauna vasca.
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Aunque sus manifestaciones sonoras son escasas, pues se trata de una especie silenciosa, a veces tenemos la suerte de oír ese trino acelerado, suave y penetrante que emite durante sus exhibiciones de vuelo nupcial a primeras horas del día.
Nos encontramos ante un ave cuyo ornitónimo castellano es el resultado de la traducción literal del francés realizada por Joseph Mallent en 1788. Un galicismo cuyo origen nace en el País de Cominges, el hogar ancestral de los cónvenos, el pueblo vascoaquitano conquistado por los romanos en el 72 a. C. y donde, según cuenta la historia, se exilió Herodes Antipas tras el juicio a Jesús de Nazaret.
Estamos frente a una especie objeto de leyenda, una figura de considerable importancia cultural. Ejemplo de ello lo encontramos en los jeroglíficos del antiguo Egipto, donde su figura simbolizaba la letra "A" y su población estaba bajo el paraguas protector del faraón. "Quien se atreviese a matar un alimoche sería condenado a muerte" rezan algunas descripciones de la época. También creían que todos los alimoches eran hembras y que nacían sin la intervención de los machos, fenómeno que hoy llamamos partenogénesis. Por esto simbolizaban la pureza y la maternidad, así como el ciclo eterno de la muerte y el renacimiento por esa capacidad de transformar la "muerte" de la que se alimentan, en vida.
A medio camino entre las rapaces estrictamente carroñeras y las cazadoras, el alimoche es la más pequeña de las cuatro especies de buitres que tenemos en Europa. Es la más extraordinaria y la más hermosa, no asemejándose al estereotipo de buitre que la mayoría de la gente tiene en su mente.