NATURALEZA
El parloteo musical de la golondrina común
Mas Que Palabras recupera los alegres gorjeos que emite en celo la golondrina común
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Un ave muy cantarina, de inconfundible voz, pues modula con tono agudo este repiqueteo, en el que la segunda nota, si os fijáis, es apreciablemente más alta que la primera.
Técnicamente, las golondrinas trisan, aunque chillar sería el término más adecuado para una especie de tranquilo comportamiento en las zonas de invernada. Por el contrario, cuando llega a Europa, la golondrina se transforma en una ave muy activa, que no para de alimentarse de insectos voladores, por lo que está muy bien considerada entre las personas de campo. Además, al ser una de las primeras aves migratorias en llegar hasta aquí, se la ha considerado como indicadora de la proximidad de la primavera.
En este Viejo Mundo, nuestra protagonista nos ha acompañado desde tiempos inmemoriales. Incluso existe la hipótesis de que tuvo una época de esplendor cuando el hombre se transformó en ganadero. Tal es su relación de cercanía con nuestra especie que hay más referencias literarias y culturales de ella que estrellas en el cielo.
Sin ir más lejos, Gilbert White, un anglicano considerado como el primer ecólogo del planeta, estudió a la golondrina común en detalle en su obra pionera "Historia Natural de Selborne", pero incluso este observador cuidadoso no estuvo seguro de si las golondrinas migraban o hibernaban enterradas en el fango de las lagunas, tal y como veinte siglos antes había promulgado Aristóteles en su "Historia de los animales". Esta falsa creencia estaba tan extendida que incluso se pedía a los pescadores del siglo XVI que, si al sacar sus redes encontraban a las golondrinas unidas por las patas o las alas, por favor las devolvieran al agua. Y todo esto, por su costumbre etológica de recogerse en el entorno de los cañaverales, donde llegan a formar dormideros comunales de miles de ejemplares dispuestos a iniciar su largo viaje a África. Una migración constatada antaño en forma de tatuaje, dado que el dibujo de una golondrina se popularizó entre los marineros como símbolo de regreso seguro tras sus travesías.