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ALAVA MEDIEVAL

Avanzamos en la Historia de Álava hasta el siglo XVIII

Isabel Mellén, de la Asociación Álava Medieval-Erdi Aroko Araba, nos habla de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País y de su relación con Álava

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La Real Sociedad Bascongada de Amigos del País

Félix María de Samaniego y la Inquisición

Nos vamos a trasladar hacia la villa de Laguardia, al día 10 de marzo de 1794. Vamos a visitar una casa que se encuentra justo al lado de la iglesia de San Juan. Se trata de un palacete señorial donde vive uno de los hombres más poderosos de la villa: Félix María de Samaniego. De familia noble, había estudiado en Burdeos y Baiona, de donde se había traído ciertas ideas que enlazaban con los ideales de la revolución francesa. Ello le llevó a formar parte de una élite intelectual organizada a través de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País y a ser director del Real Seminario Patriótico Vascongado, institución de educación para hombres pertenecientes a la nobleza y a la élite social. Además, había alcanzado cierta fama como escritor de las Fábulas en verso castellano para el uso del Real Seminario Bascongado, un compendio de 157 fábulas o cuentos breves con mensaje moral publicado en 1782.

Félix María de Samaniego, recluido en su casa de Laguardia, está profundamente aliviado. Acaba de solventar ciertos problemas con la mismísima Inquisición. El 11 de marzo del año anterior había recibido una denuncia ante el Santo Oficio por estar en posesión de libros prohibidos sin autorización expresa. Automáticamente y para evitar mayores males, los había mandado a Logroño para entregárselos a la Inquisición. Pero unos meses más tarde había vuelto a surgir una nueva acusación, esta vez de anticlericalismo. Se decía por las calles de Laguardia que le habían escuchado decir frases como que “la Inquisición se componía de un Cristo y dos candeleros”, quitándole importancia a la institución y burlándose de ella. O también “que los raptos y éxtasis de Santa Teresa eran poluciones”, es decir, simples orgasmos femeninos. Estas declaraciones habían sido recogidas entre los vecinos de la villa por el comisario inquisitorial de Logroño, encargado de investigar el caso. A estos rumores se sumaba el hecho de que Félix María de Samaniego, además de sus célebres fábulas, había publicado una serie de poesías eróticas y pícaras bajo el título de “El jardín de Venus”, cosa que tampoco había sido del agrado del tribunal de la Inquisición. Toda esta situación llevó a que los habitantes de Laguardia se posicionasen en dos bandos: a favor y en contra de un ilustre vecino que, al mismo tiempo que emprendía obras de renovación científica y social, y de educación, era capaz de enfrentarse a los poderes religiosos y a la moral establecida.

Cuando todo parecía indicar que iba a ser procesado por el Santo Oficio, Félix María jugó una carta sorpresa. Viajó en persona hasta Madrid para hacer valer sus influencias y logró librarse en el último momento de una condena segura gracias a que organizó una reunión entre sus contactos de las altas esferas de la corte con el Inquisidor General. No sabemos cómo fue esa reunión, pero fue suficiente para zanjar el asunto. Ser rico y de la alta nobleza tenía premio en la sociedad del siglo XVIII. Ahora ya de vuelta en Laguardia, libre y sin cargos, seguiría escribiendo y emprendiendo ambiciosas obras de mejora en la provincia junto a sus compañeros de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País.

La Real Sociedad Bascongada de Amigos del País

Suena la Marsellesa porque no se puede entender la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País sin la ilustración francesa, cuyos ideales se radicalizarían en la Revolución. Las nuevas ideas procedentes de Francia y basadas en la razón, la experimentación y la formación elitista en ciencias y letras tomaron cuerpo en España gracias a una serie de intelectuales con educación en lugares como París o Burdeos y que leían todas las novedades que venían de Francia.

La Real Sociedad Bascongada de Amigos del País fue una iniciativa del tío de Félix María de Samaniego, que se llamaba Javier María de Munibe e Idiáquez, más conocido como Conde de Peñaflorida. Este personaje había formado una tertulia de amigos con inquietudes intelectuales en Azcoitia, Guipúzcoa, para hablar sobre diversos temas y perfeccionar sus conocimientos en matemáticas, física, historia, música o geografía. Estamos en plena época de la Ilustración y por lo tanto este tipo de reuniones estaban de moda, dentro del espíritu de la época. El conde de Peñaflorida pensaba que estas ciencias y los nuevos conocimientos franceses podrían contribuir a la mejora y al avance moral, económico y social del País Vasco, así que decidió exponer esta idea frente a un conjunto de nobles reunidos en Vergara el 11 de septiembre de 1764. La agrupación fue cogiendo forma y se decidió establecer la finalidad de la misma en sus estatutos, que dicen lo siguiente: “el objeto de esta Sociedad es el de cultivar la inclinación y el gusto de la Nación Bascongada hacia las ciencias, bellas letras y artes: corregir y pulir sus costumbres: desterrar el ocio, la ignorancia y sus funestas consecuencias y estrechar más la unión de las tres provincias Bascongadas de Álava, Vizcaya y Guipúzcoa”. Con respecto a esto último, el lema escogido para la organización fue “Irurac bat”, que en euskera significa “las tres, una”.

Lugares de reunión de la Bascongada en Vitoria

En el caso de Álava, la sede de la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País estuvo ubicada en uno de los lugares más emblemáticos de nuestro casco histórico: el palacio de Escoriaza-Esquivel. Pero las reuniones de este colectivo, tras la muerte del fundador, el conde de Peñaflorida, se trasladarían a otro palacio renacentista de la misma calle: el perteneciente al marqués de Montehermoso, que pasó desde entonces a ser el responsable de la Real Sociedad Bascongada.

El dinamismo que generó en la ciudad este grupo de intelectuales en sus tertulias y los proyectos que emprendían sorprendían a los viajeros que pasaban por Vitoria en esos años, como por ejemplo el erudito catalán Antonio Ponz, que escribía esto sobre la Real Sociedad Bascongada de Amigos del País de Vitoria: “los caballeros y personas acomodadas de ésta y de las demás tierras de las tres provincias merecen mucha alabanza con su buena unión, celo y armonía en promover la felicidad pública en cuanto les es posible. Se experimentan ya las ventajas de estos celosos ciudadanos. De la mucha unión y buena armonía que reina en estos caballeros cualquier cosa útil al público podrá hacerse fácil y practicable.”

Los principales ilustrados vitorianos

En estas tertulias se daban cita algunos de los personajes más notables de nuestra historia del siglo XVIII. Allí nos encontraríamos con Joaquín José de Landázuri y Romarate, ilustrado personaje que escribió la que se considera la primera historia de Álava y también de Vitoria. Durante muchos años su obra fue considerada la oficial y todavía es una fuente ineludible para las historiadoras e historiadores.

También podríamos encontrarnos a Valentín de Foronda, un auténtico erudito que escribió sobre matemáticas, literatura, química, política… e incluso llegó a ser cónsul en Filadelfia.

Otro de los más renombrados intelectuales que acudía a estas reuniones es Lorenzo Prestamero, pionero a nivel estatal en la disciplina de la arqueología. En el caso alavés, estuvo investigando yacimientos romanos como la villa de Cabriana o Iruña-Veleia, entre otros.

Y por supuesto tendríamos que incluir en este grupo al ya mencionado Félix María de Samaniego, quizá el más conocido fuera de nuestras fronteras por su labor literaria, especialmente por sus fábulas.

Hemos visto cómo algunos de estos personajes fueron pioneros en algunas disciplinas y campos del saber en Álava, pero su huella va más allá de los libros y obras que publicaron en vida. La Real Sociedad Bascongada de Amigos del País aportó muchas innovaciones en Álava y todavía podemos contemplar la huella de su presencia en nuestro territorio. Por ejemplo, en la arquitectura.

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