Tiempo nuevo para nuevas experiencias

Rocío Ybarra correteaba desde muy niña por los campos de hockey hierba junto a su gemela Lucía mientras veían los partidos de su madre Menchu y de su hermano Luis. Un día decidió coger el stick para seguir los pasos de sus familiares, tras el camino que había abierto su abuelo Luis Solaun en los años 50. No pensó que llegaría tan lejos. Con 32 años, y después de haberse convertido en referente en el mundo del hockey, tanto aquí como en Holanda, ha continuado capitaneando hasta hoy a una joven y ambiciosa selección que sueña con repetir el éxito de Barcelona 1992. Rocío ha participado en un total de tres Juegos Olímpicos, algo de lo que muy pocos deportistas pueden presumir. En Atenas 2004 fue décima y en Beijing 2008 y Río de Janeiro 2016 consiguió sendos diplomas, terminando en séptima y octava posición respectivamente.

Ha tenido tiempo para renovar en más de una ocasión ilusiones desde sus primeros Juegos en Atenas, donde acudió cuando todavía era muy joven, con 19 años. Ya en los segundos, en Pekín, tomó un poco más de forma como jugadora. La no clasificación para Londres 2012 fue un duro golpe, aunque tener que retomar la ilusión para Río y conseguir el billete, hizo que se volviera a sentir como una juvenil y con las ganas renovadas completamente.

El último Europeo ha sido una buena forma de ponerle el broche a una carrera como internacional impecable. En el campeonato continental celebrado en Amsterdam (Holanda) terminaron en quinta posición. Rocío dijo adiós con todo un récord: 266 partidos como internacional.

Ahora se dedicará por completo a la competición liguera con su equipo actual, el Jolaseta y a la enseñanza, trabajo que ha compaginado en los últimos tiempos con el hockey hierba de más alto nivel.