HISTORIA DE ÁLAVA
Las niñas y niños expósitos
Hoy en día concebimos la infancia como un período de formación y juego, pero hace unos pocos siglos un niño o niña suponía un quebradero de cabeza económico para muchas familias
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La vida de estas niñas y niños expósitos era una auténtica carrera de obstáculos por la supervivencia. La mayoría, sin los primeros cuidados de la madre, no lograba sobrevivir a las primeras horas de la exposición, en las que debían hacer frente al frío, al hambre, a la enfermedad, a las alimañas y, sobre todo, a la indiferencia. Generalmente eran abandonados de noche, poco antes del amanecer, en lugares donde pudiesen ser atendidos, como iglesias, conventos, palacios de gente pudiente, caminos muy transitados… Pero había también en Vitoria-Gasteiz un lugar expresamente pensado para ello, la Casa de la Piedad u Hospicio, que contaba con un torno giratorio donde depositar a la criatura para que quedase dentro de los muros del edificio y no a la intemperie, y una campanita con la que llamar para dar el aviso. De esta manera se garantizaba el anonimato de la persona que abandonaba al bebé; anonimato que se favorecía gracias a una Real Cédula de Carlos III que establecía que no se podía identificar a la persona que exponía a una criatura, precisamente para favorecer este acto, considerado humanitario en la época, y evitar infanticidios.