HISTORIA DE ALAVA
El manuscrito de Lazarraga
Este tesoro lingüístico y literario alavés consiste en un conjunto de folios unidos entre sí de carácter incompleto. Recopila a lo largo de sus 59 hojas una serie de textos, tanto en euskera como en castellano, que se pueden datar en torno a la segunda mitad del siglo XVI y principios del XVII
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El hallazgo del manuscrito de Joan Perez de lazarraga aconteció lejos de nuestras tierras. El descubridor fue el archivero e historiador Borja Aginagalde, director del Centro de Documentación del Gobierno Vasco que se ubica en el palacio Recalde de Bergara. Después de años de rastreo y búsqueda incasable de documentación original escrita en euskera, finalmente este investigador llegó hasta un anticuario de Madrid que, entre sus muchos tesoros, albergaba este manuscrito desconocido hasta la fecha. Tuvo que ser un descubrimiento emocionante y, debido a su valor incalculable para la historia de nuestra lengua, fue adquirido de inmediato por la Diputación de Gipuzkoa, que lo compró por 66.000 euros, una cifra que Juan Pérez de Lazarraga no habría imaginado ni en sus mejores fantasías.
A pesar de que el manuscrito lleva el apellido Lazarraga, éste no es el único autor. En el original se distinguen distintas manos y tipos de letra, lo cual apunta a una autoría múltiple, aunque el más prolífico de todos es sin duda Juan Pérez de Lazarraga, al que se le distingue porque suele ocupar la parte central del folio cuando sus textos conviven con otros. Su letra a veces es cuidada y parece que pasa a limpio textos elaborados, mientras que en otras ocasiones es más apresurada, lo que parece indicar que está improvisando los poemas y que se trata de borradores sobre los que está trabajando. Al final del manuscrito, sin embargo, encontramos algunos poemas escritos por una mujer: María Estíbaliz de Sasiola, dama de Deba cuyos textos fueron integrados dentro de esta colección con posterioridad. Pero, además de esta autora y de este autor, también encontramos unos treinta poemas redactados por otras personas, al menos dos distintas, que no pueden identificarse ni con Lazarraga ni con Sasiola, por lo que sigue siendo un misterio su autoría.