Opinión
La Columna de José Félix Azurmendi (25.05.2014)
JFA
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Fin de temporadas, futboleras y otras
Fin de temporadas, futboleras y otras
Algunos episodios de estos días me han hecho pensar en que lo vasco y los vascos estamos expuestos a una observación excesiva: a la hora de alabarnos, a la hora de criticarnos. Y me parece que no tiene que ver con la violencia que se ha vivido aquí. Somos vistos a menudo como una rareza. Provocamos amores exagerados, y también rechazos exagerados. Lo sucedido con el actor Gotzon Sánchez entra, me parece, en estos parámetros.
De Rentería, de Orereta más bien. Euskeldun. Solidario. Protagonista de una cuña simpática, simpático él mismo. Los vigilantes de la playa vieron en él y su trabajo una oportunidad de sacar la cabecita en momentos de perfil bajo. Los patrocinadores, no queriendo correr riesgos, pretendiendo quedar bien con todos, han terminado quedando mal con casi todos, en tiempos especialmente complicados para ellos. El representante de la Zona Norte se mostró muy preocupado. El de Madrid tiene motivos para estarlo por la manera como han reaccionado la fatxada a su declaración de respeto y comprensión de “todas las ideas”
Ejemplos de esta observación excesiva
He visto por fin la película Ocho apellidos vascos. Un fenómeno social inimaginable con otros protagonistas. Hablan de que harán algo parecido con los catalanes: lo dudo. Confieso que la he visto casi por obligación: no puedes ignorar algo que afecta a tanta gente y está en boca de todos. También con curiosidad. Buscando alguna explicación razonable a un éxito sorprendente.
No hurtaré el juicio que me merece esta comedia blanca y blanda. Confieso que no me he reído. Apenas sonreí en un par de ocasiones. Los que hemos asistido al nacimiento, crecimiento, exportación y regreso de Vaya semanita sabíamos que, puestos a hacer de esto humor, había más y mejores ejemplos.
No veo en ella nada criticable. Me parece muy bien que la gente se divierta y que la productora se haga con unos beneficios insospechados. Porque sospecho yo que los primeros sorprendidos por este éxito exagerado han sido los propios artífices de esta comedia sin contraindicaciones.
Más exageraciones
Me parece exageradamente positiva la manera de vivir del presidente uruguayo José Mugica -así, sin acento en la “u”-, descendiente de vascos de campo por una de sus ramas familiares. Exagerada, por difícil de imitar. Le ha entrevistado Jordi Évole con su maestría habitual. Se le notaba impresionado por el personaje, por el escenario y por las cosas que decía. Ha reconocido Évole que estaba en efecto fascinado, y que esa misma fascinación sintió cuando entrevistó a José Luis Sampedro y a Labordeta. Seguramente, la fascinación que despierta también el Papa Francisco es de la misma categoría, la de quienes son capaces de sobreponerse a los convencionalismos y pensar y actuar con libertad y sentido común. No abundan, por eso resultan más atractivos.
Como que los personajes del Cono Sur americano se han puesto de moda
Estás pensando sin duda en María Romilda Servini de Cubría, la jueza argentina que patea estos días la piel de toro. Sabe bien ella que la verdad histórica y la jurídica no son la misma cosa. Seguramente no va a conseguir nada de la Justicia española a favor de la verdad jurídica, pero ya está aportando mucho a la verdad histórica. Desde que Chuchi, que así le llaman los suyos, empezó a escuchar a las víctimas silenciadas del franquismo, se habla de temas que parecían tabú, olvidados, desaconsejados. En las últimas semanas hemos oído de ejecuciones sumariales, cunetas, robos de niños, chivatos y ladrones franquistas, complicidades de curas y monjas en el genocidio, más que en los treinta años anteriores.
La jueza Servini, que viaja hacia los ochenta años, ha vivido de todo. Es inmanejable. Tiene una sola cara, que fue muy bella y se ve ahora mal colageada. Le reconocen un extraordinario olfato político, y una capacidad demostrada de sobreponerse a ataques tremendos y a errores graves en su quehacer. Conoce bien las claves de las dictaduras y sus vericuetos. Ha visto de todo en su país. Ha experimentado que la tenacidad procesal termina aboliendo leyes de punto final y auto-amnistías.
Ha estado entre nosotros María Romilda. Ha preguntado, ha escuchado, ha tomado nota. Ha hecho declaraciones medidas, ajustadas al tiempo procesal presente. Ella cree en la Justicia y actúa en consecuencia. Las instituciones le han recibido bien aquí. A sus responsables de protocolo les recuerdo que en la América Latina toda –excepto en Paraguay- se saluda con un solo ósculo, que es lo que explica algunos besos al aire con la jueza.