Opinión
La columna de José Félix Azurmendi (28/11/2015)
José Félix Azurmendi
Los atentados de París y su repercusión. La despedida de Oskorri.
Tx. Los atentados de París han estando muy presentes cada día de esta semana
Los atentados de París vienen copando la atención mediática de los últimos quince días. Tras las primeras reacciones en caliente, siempre peligrosas, gobiernos, instituciones y medios de comunicación intentan tímidos pasos hacia reflexiones más inteligentes y sensatas. Se empiezan a oír cosas como que la guerra no nos hace más fuertes sino más vulnerables, que hay que revisar la política occidental con las petromonarquías del Golfo, que no se debe caer en la trampa de los terroristas, que se parecen poco a los llamamientos a la guerra y la destrucción total del enemigo de primera hora.
Resulta inevitable por otra parte la comparación de los funerales españoles posteriores a la matanza del 11-M y los que Francia ha celebrado. Los gobernantes galos han sabido escenificar unos actos laicos, civiles, republicanos, de una sobria solemnidad que poco tienen que ver con los del reino de España, abiertos y cerrados con la interpretación de una Marsellesa que pone los pelos de punta. La insignificancia del presidente ha quedado tanto más en evidencia, eso sí, cuanto que se ha reservado para sí un papel en el que hubiera hecho falta ser De Gaulle o Mitterrand para no caer en el ridículo.
Tx. ¿Qué repercusión está teniendo entre nosotros la masacre de París?
Hubo un tiempo en el que París y Francia estaban cerca de los vascos peninsulares. Son más hoy los que se fijan en Londres y su lengua, que en París y la suya, pero la masacre ha servido para recordarles que ese escenario está a la misma distancia que Marbella, por ejemplo. Entre nosotros ha servido también para mostrar una vez más la diferente interpretación de los hechos de los agentes políticos y mediáticos abertzales y los de obediencia y sensibilidad española. No ha habido representantes nacionalistas vascos en el pacto de Madrid propuesto por el Ministro del Interior, no estaban, no se les esperaba, no fueron siquiera convocados.
La foto de Madrid ha coincidido con otra foto, la de un Parlamento vasco pidiendo la excarcelación de Arnaldo Otegi, al mismo tiempo que la vicepresidente española para todo proclamaba con descaro que era en la cárcel donde él y sus amigos estaban mejor. No me extraña tanto que Soraya piense así como que lo diga, en ese tono de primera de clase del que no puede desprenderse. Debe pensar que esa dureza verbal gana votos entre los españolistas y no parece haberse enterado de que en Euskadi no es preciso ser abertzale para ver las cosas de otra manera. Debería hablarlo con Arantza Quiroga, si todavía se le pone al teléfono, o con Borja Sémper, por ejemplo.
Tx. Esta semana ha sido también la de la despedida de Oskorri
Lo sorprendente de Oskorri no es que haya tenido que bajar la persiana por razones de edad y cambios generacionales. Lo sorprendente es que haya sabido mantenerse en primera línea durante tanto tiempo, después de haber nacido en la contestación, por ‘españolista’, de los llamados a ser sus primeros y más fieles seguidores. Natxo de Felipe y cuantos les han acompañado en las diferentes etapas del grupo han puesto la música amable y festiva a varias generaciones de vascos y han hecho del euskara su instrumento esencial. Han sabido adaptarse con inteligencia y sensibilidad popular al cambio de los tiempos y sus circunstancias, han sabido hacer mutis por el foro con esa misma inteligencia. Sin que se tome por necrológica amable, se puede decir con verdad que se han ganado un lugar de privilegio en la historia de este pequeño pueblo, junto a los Laboa, Lete, Lertxundi.