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Opinión

La columna de José Félix Azurmendi (11/06/2016)

José Félix Azurmendi

La campaña electoral oficial en la que no va a resultar fácil hacerse oír y algo fuera de este clima electoral.

Tx. Ya estamos oficialmente en campaña, que será breve, ¿pero será distinta de la reciente?

No es el Primer Ministro francés Manuel Valls precisamente una paloma que se conmueva con y por las manifestaciones culturales, pero acaba de manifestar esta misma semana que Francia tiene necesidad más que nunca de la cultura. En un tiempo de amenazas terroristas  y conflictos sociales, podríamos estar tentados -ha dicho este halcón ejercitado en el Ministerio del Interior- de no incluir entre las urgencias lo cultural, pero es todo lo contrario: necesitamos de la cultura, que no es un suplemento del alma sino el alma de la nación, más que nunca.

No me consta la sinceridad de sus palabras pero sí su oportunidad, también para poner en evidencia la casi nula presencia que tienen en el Estado español las referencias culturales a la hora de hacer y pensar la política. Euskadi no es en esto excepción, lo que es especialmente grave para una nación que debería fundamentar en la cultura su más evidente razón de ser. No son tampoco en esto excepción las nuevas formaciones, de las que difícilmente se podría esperar una declaración como la del Primer ministro francés, así fuera por oportunismo, una reflexión sobre la cultura como alma de la nación. Dentro de unos días, Basque Country, la Euskal Herria toda, va a estar presente en las prestigiosas salas el Smithsonian de Washington. Ha sido invitado el pueblo de los vascos por su capacidad para mantener cultura y raíces sin dejar de ser innovadores. Los insistentes recordatorios de algunos de que servirá también para hacer negocio, son otra muestra de cómo se valora la cultura.

Tx. No va a resultar fácil hacerse oír en esta campaña electoral recién inaugurada.

A falta de lemas con alma en las propuestas básicas que se eligen para ser recordadas, hay algunas ampliaciones declarativas que, no sin riesgo, se abren paso. Dice por ejemplo el último presidente del Congreso, Patxi López, que la última encuesta del CIS tiene la intención clara de generar un estado de opinión y que es tan irreal que no se la cree nadie. Dice el prudente alcalde de Gasteiz Gorka Urtaran que el tiempo de Arnaldo Otegi ha pasado y que sería un desacierto presentarlo a lehendakari, y dice que Podemos es un fenómeno muy populista que le recuerda a Unidad Alavesa. Se extraña Otegi de que el PNV les pregunte si son abertzales o izquierdistas, porque somos las dos cosas dice, y le recuerda al unas veces enemigo y otras socio necesario que él ya ha elegido a un partido unionista como socio. Sostiene Andoni Ortuzar que el PNV no pone vetos ni rayas rojas y trae a la memoria que su partido votó a favor de la investidura de Felipe González, incluso de José María Aznar en 1996, en aquella negociación entre Aznar y Arzalluz que dio unos resultados magníficos. No oculta Daniel Innerarity, cabeza de lista de Geroa bai e intelectual de cabecera del diario El País, que su programa electoral tiene como objetivo fundamental reemplazar al Gobierno del PP en Madrid. Asegura sin ruborizarse el cabeza de lista de UPN-PP Iñigo Alli que en la enseñanza de Navarra se dan más facilidades hoy para aprender euskera que para aprender inglés. Dicen casi todos lo que se espera que digan; interesan más las formas, cómo van vestidos  candidato y sobre todo candidatas, que lo que dicen, porque nada nuevo tienen que decir, porque todo sigue igual, porque lo que viene se parece demasiado a lo que fue.

Tx. ¿Algo fuera de este clima electoral que haya llamado tu atención?

Llamaba la atención Pete Cenarrusa, aquel notable vascoamericano de Boise, sobre la curiosa manera de atribuir y adjudicarse nacionalidades que se practica, cuando oía que Txillida. Indurain y Olazábal eran españoles, y el terrorismo vasco. Gana el Roland Garros la venezolana nacida en Guatire Garbiñe Muguruza, y medios de comunicación y representantes institucionales españoles y hasta el mismo Rajoy celebran el triunfo como propio. Nació en Venezuela, cerca de Caracas, se hizo profesional en Catalunya, sus padres eligieron para ella el muy sabiniano nombre de Garbiñe, en desuso entre nosotros, que pronto proliferará, como ha sucedido con los Iker, Ainhoa y demás. Otro eibarrés como su padre, afincado éste en Santo Domingo, proponía llamar Arrate a su hija, a lo que se oponía radicalmente la madre, porque se imaginaba las bromas que tendría que soportar. Algún día le preguntarán a la graciosa tenista por el significado y el origen de su nombre: debería tener una respuesta preparada. Eso sí, con la condición de que siga ganando, porque si no responde a las expectativas generadas, pronto se hablará de las derrotas de la venezolana Garbiñe Muguruza.