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Sabatina

La columna de José Félix Azurmendi (29/10/2016)

Relfexiones sobre la investidura de Marino Rajoy y lo que se puede esperar del nuevo Gobierno

La investidura de Mariano Rajoy

Investidura se parece demasiado a embestidura como para no caer en la tentación del juego de palabras. Fue la del jueves una sesión de investidura con algunas embestidas pero sin derramamiento de sangre. A falta de la sustancia de lo imprevisible, la primera sesión de investidura de Rajoy contó con gracietas paulinas, obviedades marianas y una presencia de lo vasco, así fuera con errores, que había dejado de ser frecuente. El candidato recordaba a los socialistas que son ellos sus aliados naturales, y no los separatistas. Su recuerdo de que en las grandes políticas hay entendimiento provocaba una pícara sonrisa en el líder de Podemos. Seguramente quiso éste reconocer la solidez del PNV al mencionar la cruz de Borgoña, pero le adjudicó una equivocada pareja de baile. Cometió Mariano Rajoy un par de fallos con los tiempos verbales con el de esos que se tienen por vizcaínos; se acordó del aeropuerto de los guipuzcoanos y repitió varias veces lo de la dificultad para volar al ayuntamiento (sic) de Fuenterrabía; difícil también, dijo, la construcción de vías en el abrupto norte, en especial el tramo de Bergara, que es lo que explicaría el retraso del Tren de Alta Velocidad. No estuvo belicoso con el PNV el candidato, lo que los expertos interpretan como una mano tendida a futuros acuerdos. Esta noche Mariano Rajoy será investido, sin sorpresas, gracias a la abstención suficiente del PSOE, si el avión del Jefe del Estado, volando desde la Cartagena de Indias no sufre percance y retraso.

Tx. ¿Qué se puede esperar del nuevo Gobierno, de los nuevos ministros?

JFA. En las próximas horas el rey le encargará a Rajoy la formación del Gobierno, en el que se prevén cambios así sea solo porque no le conviene contar para ministros con demasiados diputados, que pueden estar ausentes por sus obligaciones viajeras en votaciones ajustadas en el nuevo escenario. Hay un nombramiento de especial interés para los vascos, el del ministro del Interior. Si repite el actual, será interpretado por muchos como un gesto hostil. Es Fernández Díaz, un hombre de sólidas creencias religiosas, todo lo contrario del hombre de paz que debería. A propósito de la bronca de Altsasu ha echado a andar una teoría cobre el odio y el terrorismo que no se sostiene, que no se compadece con religiosidad alguna. Si lo que el ministro sostiene sobre el clima de odio que se vive en Vascongadas y Navarra, ¿cómo explicar que dos mandos de la Guardia Civil estuvieran, desarmados se supone, con sus parejas, a esas horas y en plenas fiestas locales? ¿Hace falta explicar, por otra parte, que no es lo mismo odiar o temer a la Guardia Civil, que temer y odiar a los guardias civiles y sus allegados? ¿Es preciso recordar que fue el que Que se vayan el eslogan más repetido en Euskadi durante años?

Tx. La memoria y el relato del pasado se han hecho presente en forma de águila

Dicen, ahora sí, que el águila de la Plaza Moyúa de Bilbao tiene los días contados. Dicen que van a empezar por desmontarle las alas. Hay en esa plaza circular varios edificios con historia, y algún adefesio. Está el Hotel en el que se refugió el Gobierno de Agirre. Está el incautado chalé desde el que gobernaron Genaro Riestra y sus sucesores, y luego los delegados y subdelegados de España en la Comunidad Autónoma Vasca. Está el edificio de la Hacienda española que corona el escudo franquista, el águila imperial de la Una, Grande y Libre al que ahora, por fin, dicen que le van a cortar las alas. Se desgajaron trozos de la fachada, mataron a una persona e hirieron a otras, pero el escudo sigue ahí, imperial, insultante. Más prisa se han dado las instituciones en cambiar y retirar nombres de calles y plazas aprobados en los municipios como reconocimiento popular a luchadores abertzales. Uno de los últimos ejemplos, el de Eustakio Mendizabal, Txikia, y en una plaza de Algorta, en una de cuyas cunetas le mataron.

La memoria y las memorias nos van a dar mucho que hablar todavía. Ha empezado a rodar en la Euskal Herria toda una obra de teatro que se titula “Francoren bilobari gutuna”, Carta a la nieta de Franco, de la que una de sus protagonistas ha explicado que  la memoria está muy presente en ella, “pero no la memoria histórica sino la popular, la que se trasmite en las casas”. La verdad es, a mi entender, que las casas, las familias que sufrieron el largo franquismo, derrotadas, sin esperanza, optaron casi siempre por callar, por no trasmitir, para que sus descendientes no se metieran en problemas. Tal vez fuera eso lo que hizo que Mayor Oreja sintiera y viviera ese tiempo como de placidez extrema.